10. Tu fuego

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Capitulo dedicado a las bitches del grupo de whatsapp y de facebook.

Se siente raro actualizar seguido :D.  Nueva meta 1.4k de votos y 1.5k comentarios (Aclaro que por cuarentena variarán un poco)

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Disfruten!






"Bendito sonido de tu nombre que silencia a mis demonios"D.S


Adrián

Su cuerpo cae en mí como si fuese una pluma ligera.

La rodeo con mis brazos mientras cuido de no apretarla. Tiene algunas lesiones en los hombros, la cara y brazos ensangrentados, me estresaría también saber que podría tener algo roto por dentro.

Con cuidado la levanto en mi hombro  mirando a los costados. La zona aún es peligrosa, los rusos deben estar buscándola, así que intento ocultarme entre la maleza. Estudié estos campos a la perfección cuando accedí ser parte de la farsa, conozco las vías de escape, por lo que se me hace fácil esconderme.

—Maldita sea —gruño, la noche cae de golpe, necesito llegar a mi auto así que apresuro el paso.

El peso de Bianca es accesible, no me cuesta casi nada cargarla. Me preocupa más que hayan rastros, evito constantemente borrar mis huellas pisando y removiendo todo lo que toco.

¡Lluvia! ¡Lo que me faltaba! ¡Maldita sea la lluvia!

Las gotas de agua empiezan a caer sobre nosotros, la zona donde estamos no se presta para aguardar en un lugar como este, peor aún con alguien que tiene heridas.

«Sigan el rastro, ¡Síganlo!» —se escucha una voz. Perros ladran, gritos se alzan, el caos se acerca.

El sonido de los canes hace que mi cuerpo se erice. Puedo combatir contra cualquier hombre armado o sin armas, pero los perros tienen un olfato desarrollado. Se iría al carajo todo si me encuentran con ella. Me declararían la guerra tanto los rusos como los militares Italianos. Han estado buscando a la «Perra de la mafia» por mucho tiempo.

«¡La perra no debe estar lejos!» «¡Disparen a quema ropa!» «¡No se nos va a escapar!»

Una ola de balas pasa detrás de nosotros y sigo el paso con furia. Hijos de puta, malditos hijos de puta. El ladrido de un perro se escucha cerca, debe oler la sangre, mi mente se aturde. No puedo correr más rápido porque la traigo en mi hombro.

Fuego. Detonan un montículo de tierra y las piedras se elevan por el cielo golpeándonos. Pongo mi espalda cubriéndole la cabeza, resbalándola por mis brazos mientras me detengo para respirar. El aire que inhala mi garganta tiene tierra, piedras pequeñas caen en mi cuerpo y en el suyo.

¡Hijos de...! Mierda. Disparo en dirección contraria para distraerlos y parece funcionar.

—Rostov... —Me paralizo, el asesino que vive en mí se destapa, un cabo nos mira.

Cuando intenta sacar su arma ya le he degollado la cabeza a tiros. Mi mente asesina se activa, era un maldito hijo de puta, como todos los militares Italianos.

Inhalo fuerte, no hay más tiempo, tengo que llegar. Los perros se acercan, mis latidos aumentan ¡Me importa un carajo lo demás!no dejo que mi mente razone, podrían existir más espías mirándonos.

—Jodida mierda —mi voz exaltada lo dice todo: estoy en llamas.Pongo mis codos entre arbustos para pasar hasta que me meto un charco cruzando el barro para llegar a mi auto.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora