47. Contra el tiempo

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"El buen cazador no se evidencia, se hace invisible."

Bianca

Mi corazón se detiene por un instante cuando el llanto de Elena se agudiza. Todas mis terminaciones nerviosas electrocutan mis sentidos, cual leona que siente peligro cuando su cachorro aúlla.

«No pierdas la calma, Bianca, domina.»

Mi piel se irrita. No se mueve, el shock la paraliza, está tan entumecida que parece témpano de hielo tiritando palabras incoherentes en medio de un llanto ahogado que la sobrepasa.

«¡Ahh!!»

Un grito. Es Ángelo.

Levanto la cabeza y corro hacia el departamento lo más rápido que puedo sintiendo punzadas en el pecho que me queman. Abro la puerta con violencia encontrándolo en un mar de lágrimas, analizándolo para ver si está completo: cabeza, brazos, piernitas intactas sin balas, solo excesos de crayones y... ¿Témperas?

—Queio juguete—señala a Méndez, acusándolo—. Nono malo.

Levanto la mirada encontrándome a Méndez con un arma, además de una marca de hendidura en la pared.

—Señorita Simone, el niño tomó mi arma, le apuntó a Elena y...eh...disparó.

—¿Qué? ¡¿Cómo que disparó?!

—¡Mio!—se enfada corriendo hacia él. Sus ojos son una mezcla de águila vigilante con la garra del león que impone ante cualquiera—¡Viejo feo!

Palidezco.

—Ángelo—lo regaño.

—Está bien—Méndez sonríe—. Parece que tiene una personalidad...interesante. Lo bueno es que no pasó a mayores.

—Ni siquiera le dio en el blanco—noto que Adrián está apoyado contra el marco de la puerta, hablando con sarcasmo.

—Cierra la boca.

—Banca, meme...—ve a Adrián y su actitud cambia.

Adrián me advierte con la mirada que no lo haga ¿Pero qué demonios? Es solo una cría que me mira con ojos de borreguito. Lo levanto sintiendo que el cuerpo me tiembla por el susto, aunque su olorcito de bebé me calme «Solo es un niño travieso que mañana cumple dos años».

Esconde su pequeña cabeza en mi pecho mientras el embrollo se aplaca. Al parecer Elena tuvo un shock nervioso cuando Ángelo la apuntó riendo. Para él solo fue un juego ¡Es un niño! Pero el pánico se desató en ella, la persona que más le teme a las armas en este mundo.

Mientras el médico la tranquiliza me dedico al niño. Se atreve a darme un beso en el cachete sin separarle los ojos a su padre retándolo y me es inevitable no reir porque apenas y estoy conociéndolo. Empieza a demostrar su supremacía, el carácter dominante que seguro tendrá en un futuro. No me es difícil hacerlo dormir, cae en veinte minutos y lo acuesto después de limpiarlo, esperando que el caos termine por ahora.

—¿Dónde demonios está?—pregunto por Adrián, quien de un momento a otro se fue como si hubiese ocurrido algo.

—Es mejor que te vayas a dormir, Bianca—contesta Yamir con aparente preocupación—. Descansa.

Noto que va en dirección a su "cueva", el lugar donde tienen equipos de rastreos, cámaras y control absoluto de nuestra guarida seguro a seguir trabajando. Decido no preguntar porque no va a decirme nada, soy consciente que tanto él como Adrián han querido darme una tranquilidad falsa que es inevitable seguir.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora