29. Hasta los huesos

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Holi, amores. Leer la nota al final por favor, es importante. Gracias por su paciencia. Capitulo +18 +21 o como se diga. Disfruten.

Primer comentario tiene adelanto exclusivo por instagram.


"Estamos muy grandecitos como para quedarnos con las ganas"


Adrián

Me palpita todo cuando sus ojos destellan fuego al mirarme. Necesito tenerla sobre mis piernas, debajo de ellas y en mi boca. Sus pechos saben mejor con mi sabor, sus piernas se acoplan mejor con las mías. No puedo esperar a que haga todo lo que quiero, tengo tantas ganas y la maldita polla se me hincha tanto que no lo controlo.

—Sé mía, Bianca.

—Sí... —contesta de inmediato.

Introduce mi glande en su boca, solo la punta. Babea un segundo sacando sus dientes para rasgar con ellos mi zona más erógena. Demonios, sigue doliendo, aún más cuando me succiona. Dejo que lo haga como quiera por ahora, con un ritmo delicioso haciendo sonar esos adictivos labios. Me mama hasta el fondo, volteando su cabeza, sonriendo hasta el tope de su comodidad en su más profunda boca.

Sostengo sus hombros para acomodarme con la cabeza hecha un caldero; me sigue besando, lamiendo, entrando y saliendo de mí como si fuese su chupete favorito. Se traga mi extensión, me acaricia con sus manos jalándomela hasta que ahora mordisquea mis testículos.

Joder, Bianca.

La miro y la chispa se enciende. Se queda quieta mientras le clavo la polla hasta el fondo de la garganta. Es lo que he estado buscando, esperando, ansiando. Aguanta, su boca se estira lo más que puede para que quepa todo de mí en ella. Mi cuerpo se tensa con anhelo, sin querer ya estoy entre abriendo los labios cuando ni siquiera comienza. Hace arcadas cuando mi grosor y largo resulta incómodo. Me encanta sentir su garganta, ver lo sucia que es, cómo se mueve, cómo lo toma, cómo presiona mi polla en sus adentros.

Mi mujer es toda una bomba.

Saco mi extensión con su saliva, se succiona el labio y me encanta. Vuelvo a entrar ahora con movimientos rápidos y tolera mis embestidas con chispa. Me quedo largos minutos así, cogiéndole la boca. Se me pone más dura cuando voy llegando al límite, mis venas se hinchan de toda lo que quiero explotar en ella.

—Mierda —gruño tomando su cabeza con mis manos, entrando y saliendo, dominando su boca a la par del placer extremo que experimento sin querer que acabe.

Me miro a través del espejo que yace en la pared; la imagen perversa me excita aún más. Sus traviesos ojos me prenden porque en el fondo sabe que me vuelve loco. Debería quitarme ahora mismo pero no quiero. Ayuda con sus movimientos, la tensión se me sube, mis viejas fantasías regresan como olas eléctricas azotando mi cuerpo: ella, su trasero, aquel baño, su mirada, valentía, garra ¡Mierda! Me empujo fuerte, tolera las embestidas una vez más hasta que me derramo con furia suprema.

Cielos...

—Trágatelo. Es una orden.

Fantasea sonriendo, la imagen que tengo de ella hace que me vuelva a prender de nuevo. Por supuesto que Bianca Simone no es ninguna sumisa pero es tan ardiente y buena actriz que finge para complacerme.

Ríe limpiándose con una mano, alzándose de puntillas para besarme. Aún puedo sentir mi sabor en ella, sabe y huele a mí y eso me vuelve loco. Acabo de tener la liberación más eléctrica de todas y dos segundos después estoy en celo. Con Bianca la llama nunca se apaga. El fuego nace, se consume y sigue quemando.

Peligroso deseo © [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora