Veía con paz el cielo, tenía unas cuantas nubes lo que lo hacía ver más lindo ante su vista, no le gustaba verlo tan vacío.
Escuchaba las risas de los niños jugar cerca de la banca en la que estaba sentado, le tranquilizaba, veía a su pequeño hacer amigos desde la lejanía, le gustaba que fuera social.
Sus cuencas se abrieron como platos al ver a su niño caer en la tierra, se puso de pie y trotó hacia su hijo ayudándole a sentarse en la tierra para limpiar su frente y darle un pequeño beso.
— ¿Estás bien? — le preguntó tomando sus mejillas.
El pequeño dejó de sollozar al sentir el tacto de su madre.
— S... Si, mami — respiró con fuerza para ponerse de pie — ¿Mi tía Shino ya va a llegar? — preguntó sobándose su cuenca derecha.
— Jeje, ya debe de estar llegando, Pastel — apartó la mano de su hijo de su rostro y lo cargó para dirigirse a la banca.
— ¿Estará trayendo pastelitos? — sonrió.
— Sip, sabes que siempre que te ve trae pastelitos. — se sentó y acomodó a su hijo en su regazo.
— ¡Después iremos a ver a los abuelitos! — alzó sus brazos.
— Antes debemos de ir a comprar flores, no te olvides. — tocó la punta de la nariz del menor.
— ¡Compraremos margaritas! ¡Como le gusta a la abuelita! ¡Y lilas para el abuelito! ¡Y-y rosas de colores para el tío! — abrazó a su madre.
— Si, compraremos un ramo de ambos. — apoyó su cráneo sobre el del menor.
Ambos cerraron sus cuencas buscando calma y sus respiraciones se sincronizaron hasta que escucharon la voz de la tía del menor.
— ¡Goth, Pastel! — gritó caminando con un pequeño cesto en mano.
— ¡Tía Shino! — bajó del regazo de su madre y corrió a abrazar a su tía favorita.
— ¡¿Cómo está mi sobrino favorito?! — cargó al menor.
— Pfff... Vamos, es tu único sobrino. — caminó hacia ambos.
— Jeje, ¡por eso! — dió varios besitos en la mejilla del menor, escuchando su risita.
— ¿Ya vamos? — miró a su hermano mayor.
— Sí, antes del almuerzo.
Los tres caminaron fuera del parque en dirección al cementerio que estaba cerca. Pastel en el camino tocó suelo y le tomó de las manos a Shino y a Goth para ir saltando.
Al llegar compraron un ramo de rosas azules, uno de lilas y uno de margaritas de las florerías en ruedas que se encontraban afuera del cementerio.
Entraron en este entre charlas amenas mientras se dirigían a cierta zona de tumbas, en el camino a encontraron con el entierro de una persona, una mujer estaba abrazada a la tumba y no quería que lo enterraran.
Pastel se quedó viendo la escena hasta que Goth le tapó las cuencas y lo cargó con tal de que su rostro mirara a otro lado.
— ¿Por qué la señora estaba abrazada a la caja? — preguntó con inocencia.