× Pesares ×
— ¡Gothy! ¡Ya llegué!
El aludido no había hecho nada, lo usaría como escusa para estar haciendo las actividades del hogar mientras que Cray estuviera en lo suyo.
Ya habían pasado dos días de esa misma manera y no había ningún rastro de Palette.
El menor salió de su habitación y bajó a recibir a su pareja, fingiendo estar somnoliento.
— B-buenas noches, amor... — frotaba su cuenca izquierda con su mano.
— Oh, ¿otra vez te quedaste dormido? — se acercó a su esposo y le abrazó.
— Si... He estado cansado últimamente...
— ¡¿Qué quieres que cocinemos hoy?!
— Ah... Me... Antoje de pizza... — salir a comer hacía desperdiciar más tiempo, había estado pidiendo comida de ese estilo los últimos días.
— ¡Bueno! Entonces ve a vestirte, Gothy, yo voy a darme un baño y a cambiarme, ¿está bien?
— Está bien, amor.
Ambos subieron a la recamara y el mayor se metió a duchar, ahora Goth no tenía muchas elecciones de ropa, al parecer mañana debía de lavar la que estaba sucia.
. . .
— ¿D-de verdad?
— Lo siento, padre Palette, pero Dream se encuentra en verdad muy mal. Por lo que le recomiendo que ya... Le dé sus últimas palabras... No tenemos muy en claro cuando será ese día, pero es preferible que pase esta semana con él... Para no desperdiciar tiempo...
— ... E... Entiendo... Muchas gracias, madre Francisca... — se sentó al frente de su escritorio y apoyó sus codos en este para reposar su cráneo en sus manos.
La madre salió dejando solo a Palette, no sabía que su padre se iba a ir de un día para otro, el miedo le recorría el cuerpo y sus lágrimas no cesaban en salir.
Unos toques fueron suficientes para que alzará su vista a la puerta. Se secó sus lágrimas lo mejor que pudo y dejó pasar al que estaba del otro lado de la puerta, era Cross.
— O-oh... Señor Jakei...
— Solo Cross, no es necesario tanta formalidad, Palette... — tomó una silla que estaba al lado de la puerta y la acomodó al frente del escritorio.
— Bueno, no sé si ya te hayan contado... Sobre el estado de mi padre...
— Sí, si lo hicieron... Mis condolencias...
— ... Bueno... Creo que... ¿Eso es todo?...
— Dream quiere verte, por eso vine aquí, debo de atender otras cosas...
— Oh, entiendo, muchas gracias por avisar...
Ambos se pusieron de pie y salieron de la habitación en distintas direcciones, uno apresuraba más el paso que el otro.
— ¿Padre? — entró con cuidado de no hacer mucho ruido, el mayor estaba sentado en la cama, su respiración era débil.
— Palette... Mi niño... — abrió sus brazos, necesitaba sentir el calor de su hijo.
Como un niño pequeño, Palette corrió hasta los brazos de su padre y le abrazó, su firmeza se fue por completo y empezó a llorar.
— ... Era algo que... Iba a pasar algún día... Mi niño... No te sientas mal... ¿Si?...
— Te voy a extrañar, padre... Te voy a extrañar mucho...
— ... ¿Quieres... Quieres que te lea una cuento?... Como cuando tenías cuatro años...
El menor movió su cráneo de forma afirmativa y se separó de su padre, sacó de una parte del guardarropa de su padre un pequeño libro de fábulas de Esopo, su padre siempre llevaba ese libro a todos lados, le tenía cariño.
— Creo que lo mejor será que yo lo lea, ¿si, padre? — se sentó en la orilla de la cama y abrió el libro en una fábula cualquiera, listo para leerla.
— Bueno... No está mal, mi niño... — Dream se recostó en su cama y el menor empezó a arroparlo mientras leía el libro.
Era un momento único entre padre e hijo.
Pero ninguno de los dos quería decir los males que estaban haciendo.