× Manzana ×
Palette corría por los pasillos del convento siendo de madrugada.
Llegó hasta la habitación de su padre y entró agitado, encontrándose con tres monjas que lo atendían.
Tuvo una disminución abrupta de magia.
Estaba en su cama acostado tratando de respirar a un ritmo normal mientras las monjas le daban de beber agua tibia y le ponían pañuelos en su cráneo para bajar la calentura.
Palette se acercó a la cama, preguntó por su estado y una de las monjas le dijo que ya lo habían estabilizado.
— Padre... — tomó ambas manos de su mayor y le observó con nostalgia. — ¿Ya estás mejor?
— S... Si... Solo fue... Algo pequeño...
Extrañaba cuando de pequeño jugaba con él y lo cargaba en sus hombros al ir al parque o a la Iglesia.
Se desveló cuidando que su magia siga estable, no quería alejarse de él, quería devolverle ese favor que hacía cada vez que él se desvelaba cuidándole cuando se enfermaba de pequeño.
La mañana llegó y Palette seguía despierto, sentado al lado de la cama de su padre.
Frisk entró a la habitación a eso de las cinco de la mañana para ver el estado de ambos, en especial el de Palette.
— ... ¿Estás bien?
— Espero que mi padre siga bien el resto del día...
— Si lo va a estar... Debes de alistarte... Ya va a ser hora de la Misa...
— ... Solo quiero cuidarlo este día... Por favor...
— ... Está bien, le diré a la madre Teresa...
La menor salió de la habitación dejando solos a padre e hijo.
Iba a ser un día largo...
. . .
— ¡Frisk!
La susodicha estaba por montarse en su bicicleta cuando escuchó que la llamaban, por lo que volteó a ver.
— ¿Goth? — eso sí que fue inesperado.
— ¡Uff! Ni te imaginas cuánto tuve que correr cuando te vi... — puso su mano en su pecho y recuperó el aliento. — ¿Qué pasó con Palette? No lo encontré ni en la oficina y una de las monjas me dijo que no estaba disponible.
— Oh, su padre tuvo un problema, ahora mismo iba a ir a comprarle medicina.
— Vaya... Que mal... Espero que se recupere pronto... ¡Espera! P-ponte de espalda un momento. — empezó a rebuscar algo en un pequeño bolso que llevaba.
— Mmm... Está... Bien... ? — hizo lo pedido y sintió como Goth escribía algo.
— ¡Listo!
Frisk se dió media vuelta y vió a Goth doblando una carta y entregándosela a ella.
— ¿Podrías dárselo?
— Oh, ah... — tomó la carta algo dudosa y la vió un momento. — Está bien... — para finalmente guardarla en su bolso.
— ¡Muchas gracias! Bueno, debo de irme, cuídate.
— ¡T-tú también!
Vió al mayor irse sin mucha prisa que aparentaba tener al conversar.
"Pero qué tal manzana de la discordia" pensó y se subió a su bicicleta rumbo a la farmacia del centro.