× Futuro ×
— Ay... — un suspiro salió de la boca del cura mientras se vestía par dar su misa matutina.
Se estaba dando cuenta que su vida era muy monótona.
Nunca se había quedado de eso, y tampoco lo ha hecho ahora, solo que se puso a hacer algo peor.
Comparar.
¿Cómo hubiera sido su vida, si su padre hubiera aceptado el hecho de que es homosexual?
Ahora, posiblemente, este despertando a Goth con dulces besos, ambos estarían conviviendo en alegría en una casa de dos pisos y de decoraciones sencillas pero elegantes.
O incluso hubiera ya formado una familia.
Ahora que lo piensa, Cray y Goth pueden formar una familia, le extraña que aún no lo hayan hecho, o de seguro querían casarse primero.
O puede que uno de ellos sea infértil.
Puede que lo sea Goth.
Como puede que que lo sea Cray.
O inclusive pueden serlo ambos.
O posiblemente-
— Palette, ¿estás adentro?
La voz de su padre interrumpió sus pensamientos de golpe, era como estar volando y que de la nada choques abruptamente con un edificio o una montaña.
—Si, padre, pasa.
Una monja abrió la puerta y empujó la silla de ruedas de Dream al interior de la habitación, luego se retiró.
— ¿Qué pasa, padre?
— Nada, solo... Quería darte unas disculpas por actuar así ayer...
— ... No hay por qué disculparse, padre, fue mi culpa por interrumpirte mientras hacías tus labores...
— Pero tampoco debí de actuar así...
— Todo está perdonado, padre. — se inclinó hacia su mayor, le tomó de las mejillas y plantó un beso en su frente. — No debes preocuparte.
— Gracias, mi niño.
Palette soltó una pequeña risa nasal y se apartó de su padre para seguir vistiéndose.
— Ahora ve a tu habitación que las cartas vienen y van.
— Ya no están llegando muchas, con todo esto de la tecnología y los teléfonos celulares y computadoras...
— Pero siempre habrá una que otra carta, padre.
— Tienes razón, mi niño... —usando la fuerza en sus manos, giró su silla de ruedas hacia la puerta y la tocó para que la monja lo llevara de vuelta. — Suerte, mi pequeño.
— Gracias, padre, que el Señor esté contigo.
Mientras la monja empujaba su silla con suavidad, Dream pensaba, sentía que de una u otra forma había desgraciado la vida de su primogénito, pero que también la había salvado de toda la discriminación que pudo haber recibido.
Discriminación y rechazo que ayer, hoy y mañana nunca pasará...
¿Verdad?...