Domingo, un día algo ajetreado para la Iglesia y el convento.
Primero debían de desayunar todos sumamente temprano, luego dar la misa dominical para ya poder empezar con algunos eventos que se reservaron para ese día, tales como bodas, bautizos o comuniones, y después almorzar algo fuera de su hora, bueno, eso solo le afectaba a Palette y a veces a sus discípulos y algunas monjas, incluyendo Frisk.
A eso de las seis de la tarde daba otra misa, y después de esta, cenaba y tenía tiempo libre antes de acostarse.
En ese tiempo libre podía platicar con Frisk, con las hermanas del convento o con su padre, este también vivía en el convento para obtener los cuidados tanto de las monjas como de su hijo.
Ese día Frisk estaba algo ocupada, por lo que fue a supervisar como estaba su padre.
—¿Se puede?
—Ah... Si, pase...
Palette entró a la habitación, estaba vestido con una sotana negra, como siempre cada vez que no estaba en misa o en una celebración religiosa para estar más cómodo.
—Oh, Palette... Perdón por el desorden... Ah... No pude arreglarlo...
El mayor dejó su diario personal en la cómoda para intentar trasladarse de su silla de ruedas a su cama para ordenarla un poco, los años le estaban pasando factura.
—Padre, no es necesario.
El cura lo detuvo e hizo que se acomodara en la silla, mientras le daba un poco de masaje en sus hombros.
—Sabes que estás débil, no debes de esforzarte...
—Ay, hijo... Me siento inútil...
—¡Padre!
—No puedo ni siquiera ir al baño sin necesidad de los barandales o ayuda de las monjas...
—Padre, todos algún día pasaremos por eso, no eres el único, además, puede parecer algo triste, pero ya estás cerca de encontrarte con Dios... Podrás descansar y no tendrás que estar en esta silla de ruedas nunca más.
—Mmm... — dió un pequeño suspiro mientras cerraba sus cuencas. —Tienes razón, hijo. También podré irme sabiendo que eres y serás el mejor cura del mundo.
Ante ese comentario, Palette solo atinó a esbozar una sonrisa triste.
—Si, padre... Siempre voy a serlo.
Oh, Palette, tan inocente que no sabes lo que te prepara el destino.