CAPÍTULO XLIV: Al Límite De La Locura.

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-¡Buscadlo! ¡QUE NO ESCAPE! - Clanmiana se movía de un lado a otro sin parar, ordenando y dirigiendo a sus soldados.
Dentro del castillo, en el lo más profundo de él, el muchacho buscaba desesperado el libro. Sus manos temblaban del miedo, pero era fuerte. La sudor empezó a caer por su frente. Lo removió todo en aquella habitación donde su padre creó a esa maldita bruja.
Aquellos recuerdos despertaron de su interior mientras recorría ese largo pasillo oscuro.
-¡¿Dónde estás maldito libro?! - le gritó donde quiera que estuviese.

Se notaba que hacía años que nadie entraba ahí. La suciedad y el polvo invadía todo. Cuencos, plumas y libros esparcidos por todos lados. Cuando Phillips movía algo, se levantaba un polvo denso que provocaba hasta niebla.

-¡Phillips! - gritó Clanmiana.
-No, no no. - el joven esturreaba todo a su paso. Tenía que estar ahí. Tenía que estarlo.
-¿Estás seguro de buscar en el sitio adecuado? - un sobresalto hizo que la bruja se asomara en la puerta.
-¿Dónde está?¿Tú lo sabes verdad? - Phillips se alejó de la distancia que los separaba mientras le apuntaba con el dedo.
-¡Claro que lo sé niñato! ¿Crees que voy a dártelo? - rio a la misma vez que con un chasquido, el dichoso libro aparecía en las manos de la bruja.
El hermano de Marit lo observó con ansia.
Detrás de él, cogió su espada hasta hacerse daño en la mano. Quería matarla, era lo único que quería.
-Te mataré aunque sea lo último que haga en esta vida. - le juro a la bruja.
Esta rio con ganas, pues sabía que el joven no poseía los poderes que ella tenía.
Aunque por un momento se lo creyó, ya que en la puerta del castillo había hecho algo inesperado.
Phillips no esperó ni un segundo más y sacó su espada de la guarda y se la iba a incar en el pecho, cuando Clanmiana levantó su escoba y, pro arte de magia oscura, empotró con dureza al muchacho contra la pared de piedra.
Este se quejó de dolor pero no le detuvo nada, y se volvió a levantar con esfuerzo.
-He jurado matarte bruja. No pararé hasta hacerlo.
-¿Crees que vas a matarme tú? - preguntó ella.
Y tenía razón. Phillips a lo mejor no podía, pero quizás un hada poderosa si que lo haría.
El chico cerró los ojos y Minna sintió una fuerza intensa.
-Ve y ayuda a Phillips. - dijo Luzmor más aliviado que antes.
Minna acarició el cabello del chico y se esfumó de la nada, hasta llegar al castillo de Amcar, en lo más hondo.
El hada se apareció de repente entre ambos, sólo con su mano hizo que Clanmiana fuera lanzada hasta cocharse con la pared del pasillo.
-No tengo mucha fuerza Phillips. La magia oscura está muy cerca. Solo puedo ayudarte.
-No te preocupes. Ya es mía. - este se acercó con agilidad y con un cuchillo en la mano y se agachó a coger el libro que tanto había ansiado.
Clanmiana iba a ponerse en pie cuando una punzada en el pecho impidia moverse. Su respiración la bloqueaba y su visión empezó a nublarse.
Lo último que vio fue la mirada de dos personas que habían conseguido lo que querían.

-Gracias Minna. - dijo Phillips mientras aún miraba el cuerpo yacente de la bruja.
-Sabía que me necesitarías. - rio a la vez que le tocaba el hombro. - Vámonos. Luzmor necesita ayuda.
Ambos se dieron la mano y el silencio que hubo después, dio luz a Amcar.
Su reina había muerto.
La bruja había muerto.
Y Amcar renacería de sus cenizas con el tiempo.

-Ya tenemos el libro. ¿Ahora qué? - preguntó Phillips muy nervioso.
Minna pasaba las páginas buscado respuestas. Pero solo había pociones inútiles.
Cabreada, cerró el libro con fuerza, y justo cuando iba a soltarlo, el roce de sus dedos tocó la portada de este y se oyó algo.
-¿Qué es eso? - señaló Phillips. Minna se volvió rápidamente y se quedó de piedra al ver que el libro ahora era totalmente diferente.
Ahora era blanco y plateado y con los bordes dorados y negros.
-¿Qué...? - no le salían las palabras. Simplemente se limitó a observar lo que hacía aquella magia tan maravillosa.
Cuando el libro dejó de brillar, el hada lo abrió delicadamente y empezó a leer:

A aquellas personas mágicas que ansían respuestas.
Esto te guiará al agujero que tienes debajo.

-¿Agujero? - pensó Minna.
-¡La cueva! - gritó a pleno pulmón Phillips.

Del creador, Melfos.
Que esto no salga a la oscuridad.

-Melfos. - una onda intensa cubrió la cabaña en la que estaban y desapareció. Pero ellos no eran conscientes.
Las lágrimas de Minna empezaron a brotar y un silencio tenso se formó en la sala.
-¿Qué ocurre? - preguntó Luzmor qué salía de su habitación medio dormido.
De repente, un polvo brillaba justo entre las páginas del libro y todos se apartaron rápidamente.
Una figura extraña conmocionó a todos.
Melfos.
-Melfos. - Phillips tuvo que limpiarse con la manga de su ropa la lágrima que le rodaba por su mejilla.

-Familia. Os quiero. Hacerlo por mí.

-¿Qué ha querido decir? - preguntó confuso Luzmor.
Nadie habló tras aquel momento.
Pero Phillips tenía claro lo que Melfos quería. Se lo dijo en el árbol.
-Quiere que hagamos lo que tenemos que hacer. Lo que él quería. Salvar a Marit y derrotar a los magia oscura.

Minna se volvió a sentar y los dos muchachos la rodearon.
-De aquí quiero salir,... Allí quiero estar y saldré... - el hada se tocó la frente muy confundida.
-¿Qué significa? - Phillips volvió a leerlo en su cabeza, pero no encontraba no le quería decir.

-¿Qué está pasando? - gritó Luzmor. Un temblor en la tierra los asustó a todos. Permanecieron juntos y una brecha por la mitad de la casa, se abrió.
-¡Coge el libro! - dijeron los dos muchachos a la vez al hada.
Ella obedeció y se pegaron los tres aferrándose a un rincón de la sala.
Pero justo ese se desvaneció en el suelo y los tres cayeron.

-¡Ayy! - se quejó Minna. - ¿Estáis bien? - les preguntó.
Luzmor estaba herido, pero cuando se miró el corte, estaba intacto.
Phillips miró hacia arriba mientras se sacudía la ropa.
-Estamos en la cueva. - una sonrisa le apareció en la cara y todos hicieron lo mismo. - Solo había que pronunciar esas palabras.
-Veamos. - Minna miró a todos lados y se dio cuenta de que todo estaba repleto de libros y botes altos y finos con líquidos extraños.
Se acercó a uno y lo miró detenidamente.
-¿Has encontrado algo Minna? - curioseo Phillips.
-Mmm... Sí. Aquí dije, - señaló el libro abierto. - que para hacer un hechizo para desaparecer algo hay que... - miró los botes y empezó a mezclar algunos.
-¡Espera! ¿Estás segura? - le paró el chico.
-Sí. Tranquilo.

Luzmor los miraba desde lejos apoyado en una piedra.
Pero justo cuando Minna pasó la siguiente página, un papel negro se cayó al suelo.
-Eh, eh. Se ha caído algo. - señaló debajo del mueble viejo.
Minna y Phillips lo miraron y se agacharon rápidamente en el suelo y el muchacho cogió aquel papel.
Luzmor se levantó con cuidado, cogeando un poco de la caída y se acercó a ellos para no perderse ni un detalle.
-¿Que pone? - preguntó.
-Hola chicos. Tranquilos estoy bien. Estoy en el espacio.
De... - Phillips no pudo seguir.
-¿De quién es? ¿Phillips de quién? - le gritaron Minna y Luzmor.
-De Marit.

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