Quebrando narices.

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—Voy a extrañarte mucho, príncipe— Narcissa lo abrazo.

—Mamá... —rodó los ojos— está bien, yo también lo haré.

—¿Qué tal estoy?— Alexandria salió del baño de Draco, con unos simples shorts de jean, un sweater negro y un par de tenis negros.

—Como una chica muy hermosa de diecisiete años— felicitó Narcissa, el sweater ancho disimulaba muy bien su escote y la coleta le daba un toque de inocencia. Por primera vez, Alexandria parecía una chica común y no una mortífaga. —¿Nerviosos?

Draco y Alexandria se dirigieron una mirada.

—No, solo nos jugamos el pellejo, será una fiesta— ironizó la rubia— ¿Ya no vamos? Abraza un poco más a tu madre y marchémonos antes de que el maldito tren se vaya y Él nos rebane la garganta. –Se marchó cerrando la puerta.

—Es siniestra— murmuró Narcissa.

—Solo está nerviosa— aclaró Draco. –al menos eso creo. Tenemos que irnos antes de que sea ella quien empiece a rebanar gargantas.

—Me alegra que te hayas conseguido una chica tan dulce Draco.

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Al entrar a la estación, Alexandria se alejó de él. Cuando le preguntó a donde iba, ella le sonrió con burla, con una seria expresión de "¿de verdad piensas que voy a responderte?". La vio alejarse, mientras los hombres la recorrían con la mirada. Eso lo enfado. Se sentía estúpido y cierta parte de su orgullo deseo haberse alejado primero.

—Draco, cielo—sintió los brazos de Pansy rodearlo y su figura presionaba contra él. Normalmente la hubiese alejado de un empujón, pero estaba molesto con Alexandria y no pensaba aburrirse todo el maldito viaje. Necesitaba las atenciones de alguien ¿y quién mejor que Pansy? Ella era como su subordinada, solo necesitaba chasquear los dedos para que abriera las piernas.

—No seas molesta— advirtió fríamente, como si no hubiese escuchado, Pansy sonrió.

—Vamos al compartimento. ¿Te gusta mi blusa?— señaló especialmente su escote— La compre en Francia, estaba harta de que la sangre sucia de Granger hablara de Francia, ¿puedes creer? Va a un estúpido museo y se cree que conoce todo, lo bonito de los países son las tiendas, los diseñadores... gastar y gastar galeones en cosas preciosas no en estúpidos libros.

—¿Realmente vas a hablar de ella?— preguntó asqueado.

Se sentaron en el compartimento de Slytherin, al rato Crabbe y Goyle se sentaron con ellos.

—Hay una chica nueva, está muy buena— comentó Crabbe con su voz de tontorrón. Draco suspiró con cierto enojo, suponiendo a quien se refería.

—¿Cómo era?— preguntó Goyle interesado.

—Rubia, piernas largas, buenas curvas— definitivamente era Alexandria.

—Ella podría parecer una rata de laboratorio y también te rechazaría— se mofó Pansy. –Hablando de rechazar, Millicent ha estado intentando que la desfloren todo el verano ¿puedes creer que todos la rechazaron? Estúpida obesa.

—No es tan gorda— contradijo Crabbe.

—Oh ¿estas enamorado? Podrías desflorarla tú, a no ser que tu interés sea perder tu virginidad, tienes un talento fantástico para cuidarla... lo único en lo que eres talentoso— Crabbe apretó la mandíbula, Goyle y Pansy rieron tontamente, mientras que Draco sonrió de lado. Quizás Pansy fuera una rematada idiota, pero sabía como despedazar el espíritu de alguien. —¿Oyeron lo del profesor nuevo?— Draco la miró con cierto interés.

Amor en tiempos de mortífagos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora