Me tropecé.

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Las paredes de piedra labradas con el emblema de la familia Malfoy los rodeaban. Divididos en dos filas se encontraban los más fieles seguidores del Lord oscuro, de manera estoica y firme como el ejército que eran.

Milena los observó en silencio, todos traían sus máscaras de hierro y sus túnicas negras, aún así podía identificarlos, podía ver el cabello rubio del señor Malfoy, la cabellera rizada de Bellatrix, la falta de la mano de Pettigrew, los ojos azules de Rodolphus y Rabastan, las botas de Alexandria, la ligera renguera de Mulciber.

Nagini serpenteaba entre ellos, con el siseo que erizaba el vello de la nuca.

El señor oscuro caminaba frente a ellos.

—El Ministerio de magia está bajo mi poder, todo será diferente de ahora en adelante. Pius, ocuparás el puesto de Ministro.

—Si mi Señor— Pius realizó una reverencia.

—Los dementores y licántropos están bajo mi mando, Lucius, irás a Azkaban, sacarás de ahí a todos los de ustedes que estén tras las rejas. No cometan errores, cualquiera de ustedes volverá ahí con solo una palabra de mi boca.

Lucius asintió.

—Severus, Severus— Milena no pudo evitar estremecerse cuando el señor oscuro chasqueó su lengua bífida— Dado tu satisfactorio servicio en estos años, ocuparás un rol que va con tu vocación— había una sorna en su voz que no pasó desapercibida para nadie— Estoy seguro que tu amigo, Albus Dumbledore, estaría honrado de verte ocupar su lugar. Claro está, que no irás solo, Alecto y Amycus estarán a tus ordenes. El resto de los profesores deberán escoger si brindar su lealtad a mí, o perecer como lo hizo Dumbledore.

*

Alexandria caminó a toda velocidad por los pasillos de Malfoy Mannor, alejándose de la mansión lo suficiente como para poder desaparecer.

Todo iba para los mil demonios. El ataque a la boda del Weasley mayor había sido un fiasco, no habían capturado a nadie importante, sabía que de alguna forma les habían avisado. Harry había logrado escapar con la impura y el Weasley menor y el Señor Oscuro había estado gritando y torturando gente a diestra y siniestra.

Snape se había retirado antes, pero ahora necesitaba urgentemente hablar con él.

—Quitate la costumbre de venir aquí, no sé qué idea tienes pero no me agradan tus visitas.

—Alguno de los tres dijo su nombre, Rowle y Dolohov fueron camino a Tottenham Court Road. Fue inevitable.

—Tu estabas vigilando el tabú de su nombre.

—Al demonio si podía hacer algo, Bellatrix estaba respirando en mi nuca. Tan pronto como el punto apareció en el mapa comenzó a chillar.

—Estoy seguro que ha sido Potter. Estúpido e impulsivo como su padre, creyendo que la idiotez los vuelve valientes.

—¿Quién es ella, eh?— Alexandria se apoyó en el sillón de Snape, con la mirada curiosa— Odias al padre de Harry, se nota, para un odio tan grande necesitas un amor de base, podría insinuarte que él era de quien estabas enamorado pero tu vida es un desastre y estoy convencida que solo una mujer puede generar ese nivel de caos.

—Nadie te dará un premio por decir la mayor cantidad de estupideces, ¿Lo sabes? ¡Potter era un bastardo! Al igual que Black y Lupin.

—¿Qué hay de Pettigrew? era amigo suyo, ¿Qué hay con él?

—Un inepto que solo trae la marca porque útil en el momento adecuado y creeme que si fuera por mí, habría muerto hace mucho tiempo— la mirada de Snape estaba más fría y hueca que lo usual.

Amor en tiempos de mortífagos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora