—Ven aquí, cariño, déjame ayudarte— se acercó a él con una sonrisa, deslizó los dedos por sobre la entrepierna, Rodolphus suspiró.
—Así no se prende un pantalón— Mila le guiñó el ojo con todo atrevimiento, antes de prender un botón y subir la cremallera. —Te portas mal, niña.
—Como si no te gustara— se puso en puntas de pie para besarlo, lamió su labio y lo mordió. Las mariposas revolotearon en su estómago cuando sintió los labios de Rodo estirarse en una pequeña sonrisa, eran pocas las veces que Rodolphus sonreía, pero cuando lo hacía la volvía loca. —Hay muchas que te gustan ¿verdad?— mencionó con picardía, cuando sintió las manos bajar de su cintura a su trasero.
—Tienes un culo precioso— Milena soltó una risotada.
—Eso no es muy caballero—frunció el ceño.
—Estoy aprendiendo a decirte cumplidos— la castaña lo besó, un beso rápido y travieso.
—¡Ey! He dicho que no era caballero...¿Quién te ha dicho que quiero que seas caballero? A mí me encanta que te portes mal— la tomó de los muslos para obligarla a rodearlo con las piernas, aunque no necesito mayor esfuerzo. —Me calienta.
—Eres insaciable— estaba acostumbrado a los arranques repentinos de la niña, donde mezclaba sus dedos entre sus cabello y lo besaba con una fiereza que contrastaba con su aspecto delicado. Como si le entraran unas imperiosas ganas de fundirse en él.
—Nunca voy a saciarme Rodo, siempre voy a querer más de ti. Siempre voy a necesitar más de ti— rió cuando la dejó en la cama sin delicadeza, era humanamente imposible que tuviera otra erección esa mañana, al menos esa hora, pero si su cachorrita pedía atención no iba a dejarla ir. Le levantó la falda y le bajó las bragas de encaje blanco. Deliciosamente virginal y risueña. —Sí, necesito más...más— murmuró un par de incoherencias mientras le daba un beso. Uno especial donde ella más necesitaba de él.
Nunca creyó que conocería el éxtasis completo a esta altura de su vida. Y mucho menos que ese éxtasis mediría poco más de metro sesenta.
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—Preciosas caderas cuñada— Rodolphus gruñó levemente, cuando observó a la castaña vestirse por la mañana y admiró como le quedaba esa falda ajustada no pensó en el hecho de que todos los demás hombres de la casa admirarían la misma parte.
—Sh, no seas celoso— reprendió suavemente— todos me ven con ella, tú eres el único que me ve sin ella— Su ego masculino fue acariciado cuando ella le sonrió y se adelantó bajando las escaleras con su suave e inconsciente contoneo.
—Ese cuerpito es un milagro— murmuró Rabastan, mirando deliberadamente las curvas peligrosas de Mila— ¿Cómo es que te la follas cada noche? Ella es tan— movió sus manos delineando un reloj de arena invisible— y tú...eres tú— le pegó en la nuca a Rabastan, como hacía desde que tenía memoria. —Maldita sea, deja de hacer e...
El golpe los sobresaltó a ambos. En un acto reflejo prefirió llegar junto a Mila antes que sacar la varita y solo comprendió la estupidez que había hecho cuando la varita, que estaba sacando de su manga, voló por los aires hasta la mano del atacante. Mierda. Mierda. Mierda.
El auror frente a él lo miró con altanería. Y Rabastan poco pudo hacer frente a los otros cuatro aurores frente a ellos. Se habían confiado, se creían protegidos en aquella maldita mansión y alguien los había traicionado. Había cometido el peor error, habían bajado la guardia.
—Buenos días Lestrange, extrañaba ver tu patética cara, creo que los dementores también la extrañan mucho— reconoció la voz de Gough, uno de los aurores que visitaba Azkaban constantemente y no pudo contener el pequeño escalofrío, le importaba una mierda él y todo el escuadrón de aurores, pero sabía lo que pasaría. Les arrancarían el alma. Se puso delante de Milena, ante el movimiento todos los aurors se pusieron en posición defensiva— ¿Qué escondes por ahí? Déjanos ver a la nueva...— pero entonces Mila lo empujó un poco y se expuso ante los aurors— ¿Niña? ¿tienes una niña?— Mila se mordió el labio y comenzó a llorar, desconsoladamente y como nunca la había visto llorar.
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Amor en tiempos de mortífagos.
FanfictionAlexandria esta destinada a luchar desde que nació. Pero ahora ya no lucha solo por sobrevivir, si no por salvar el alma de una persona que se metió bajo su piel: Draco Malfoy. R18.