Alexandria sabía que era el momento. Lo supo cuando se detuvo frente a la deteriorada puerta de aquel barrio muggle. Quizás incluso más claramente que cuando Dumbledore cayó de la torre.
—Ya estas aquí— Sacudió la cabeza, con un gesto tosco que era lo más parecido que alguien obtendría de un hombre como él a un adelante., la casa era oscura, mohosa y tétrica.
No podía decir que la decoración la sorprendiese. Había estado en barrios industriales del bajo Londres y también había conocido a aquel hombre por casi un año, sabía como sería todo dentro. Lugubre, solitario, gris y claustrofóbico. La misma sensación de incomodidad que producía Severus Snape en persona.
—El trabajo esta hecho y los dos debemos seguir con nuestra parte— parecía una foto vieja, pálido, cetrino y con aquellos interminables libros viejos y polvorientos a sus espaldas. Era un hombre en esencia tan triste como ella.
—¿Por qué debemos seguir? El señor tenebroso ganó, estamos más seguros de un lado que del contrario.
—Te crees que has vivido mucho, pero no sabes como es esta guerra y no acabará hasta que Potter muera, mientras él siga vivo debemos seguir porque ninguno se detendrá. Potter debe seguir con vida hasta que cumpla la misión que Dumbledore le ordenó.
—¿Y si no lo logra? Conozco a Harry, tiene esa maldita alma de héroe pero no esta entrenado, no sabe luchar, no sabe resistir, es impulsivo y con las malditas emociones a flor de piel todo el tiempo, y la conexión con Voldemort no ayudará en nada.
—No es mi trabajo protegerlo de nada, solo hacer que sobreviva. Tú, vé con la orden, ellos saben que me encargué de Albus y no puedo seguir con mi trabajo. Recauda información. Debes ser sútil, arrastrate entre ellos y utilizalos, a todos. Y alejate de Draco, te debilita. Estúpida niña con su amor adolescente.
—Haré mi trabajo Snape, porque no tengo muchas razones para seguir viva sin un poco de adrenalina, pero no hables de mi, de mis razones o de mis actos, además ¿Qué demonios sabes tú de amor? Solo eres un hombre solo y amargado que ni siquiera sabe donde tiene los cojones y la lealtad.
—Deberías tragarte la soberbia para suplicar ayuda, o acabarás desangrada antes de lograr traicionar a quien sea.
—¿Cómo podrías solucionar una maldición del Señor Tenebroso?
—Porque esa maldición que carcome tu carne, fue creada por mí.
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—No sanará, no fácilmente. Has sido lo suficientemente estúpida como para dejar que la sangre seque, el proceso de cicatrización ya ha comenzado. La única forma sería, y creeme que sería un placer enorme para mí hacerlo, abrir cada herida de nuevo hasta que la sangre fresca brote.
—No, lo aprecio pero no. ¿Qué demonios? ¿Creaste una maldición que se alimenta de sangre?
—El sectumsempra no se alimenta de sangre, se alimenta de la agonía de la carne, no esta diseñada para ser curada, pero tampoco para asesinarte. La maldición evita los cortes que podrían matarte, los conductos de sangre indispensables siempre quedaran intactos, mientras la carne se te separa de los huesos y la piel se vuelve hilos podría continuar durante horas antes de que el desangramiento paulatino o la tortura acaben contigo.
—¿Por qué quieres acabar con esto Snape? Eres sanguinario y oscuro, este mundo es el mundo para el que estas hecho, podrías hacerte un festín. Podrías diseñar todo tipo de maldiciones y nadie te juzgaría por ello.
—¿Eso es lo que buscas? Crees que si Potter gana o El señor tenebroso lo hace, ¿Nadie volvería a mirarte de reojo por sobre el hombro? Que insulsa motivación de vida.
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Amor en tiempos de mortífagos.
FanfictionAlexandria esta destinada a luchar desde que nació. Pero ahora ya no lucha solo por sobrevivir, si no por salvar el alma de una persona que se metió bajo su piel: Draco Malfoy. R18.