Ordenes.

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—¡Arrestaron a el conductor del autobús noctámbulo!—rió Pansy— creo que me suicidaría antes de subirme a esa cosa.

Todos rieron, salvo Alexandria, ella había pasado gran parte de su vida yendo y viniendo en el sucio autobús.

—¿Eres idiota? Es un insulto que digan que ese imbécil es parte de nosotros. Tú te ríes de él por lo patético que es y El profeta publica que sabe planes nuestros como si fuera la mano derecha de Él.

Todos cortaron su risa. Había una pequeña lucha de poder entre Pansy y Alexandria. La primera controlaba a las mujeres, mientras la ultima tenía a todos los hombres fascinados; con la diferencia de que el poder de Alexandria se extendía a otras casas.

Draco parecía absorto. Alexandria le dio una suave patada bajo la mesa para llamar su atención y el movió disimuladamente la mirada. El asiento de Dumbledore estaba vació.

Sabía lo que pasaba por la mente del rubio. Suficientemente difícil era asesinarlo presente como para intentar hacerlo en su ausencia.

También dio una rápida mirada a la mesa de Gryffindor, donde Harry Potter, para su diversión, parecía estar discutiendo con su amiga impura y ella señalaba el libro que él tenía en la mano. ¿Qué podría estar haciendo de malo el niño de oro?

Draco se levantó y se marchó sin decir nada.

—Draco está algo raro— suspiró Daphne Greengrass.

Pero nadie dijo mas nada, y a nadie parecía importarle. Espero un tiempo prudencial antes de levantarse también.

Estaba por subir a buscarlo al séptimo piso, cuando la intercepto en un pasillo y tiró de ella a un rincón detrás de una fea estatua de una bruja bastante jorobada.

—¿Qué haces?

—Sabía que vendrías por mí.

—Que romántico, no responde a mi jodida pregunta.

—Ya se como matar a Dumbledore.

—Creí que hacíamos lo del armario.

—El armario sigue siendo el plan. Pero necesitamos un plan B, no podemos hacer nada si ese maldito viejo ni siquiera se deja ver por aquí ¿Cómo sabríamos cuando atacar si ni siquiera sabemos cuando está en el colegio?

—Entiendo todo esto, no entiendo cual es el maldito plan b.

—Tenemos que enviarle algo, algo que él reciba cuando llegue.

—Revisan todo lo que entra y aunque no fuese ese el problema, sería demasiado fácil rastrear de donde ha venido el paquete.

—Eso es lo mejor, no se lo daremos nosotros. Le hare una maldición imperius a alguien para que...

—Rubio, las maldiciones imperius son temperamentales, no sabes en qué momento puede tener un momento de lucidez más aún cuando no sabes hacerla del todo, Albus Dumbledore será una escoria pero no es tan idiota y seremos ambos los que paguemos las consecuencias, así que deja de dar manotazos de ahogado y sigamos con algo sensato.

Draco la empotro contra la pared.

—Vas a hacer lo que yo diga, quieras o no.

Alexandria sonrió.

—Eres muy sexy en plan dominante y todo, pero entérate que nadie— lo empujo— me da órdenes.

Y se marchó dejando a Draco susurrando maldiciones. Y aunque en otra ocasión podría haberle divertido levemente, ni siquiera se detuvo a observar a Crabbe cuyas uñas de los pies crecían rápida y anormalmente.

Amor en tiempos de mortífagos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora