46. De tal suegro, tal yerno

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Archie

Abro los ojos cuando el insoportable sonido de mi alarma parece no querer dejar de sonar. Bufo molesto y lanzo una almohada hacia la mesita de noche donde se encuentra el inútil objeto.

Al ver que no se calla, me levanto de mal humor, tomo la alarma entre mis manos y la lanzo al suelo.

—¡Cállate!, ¡cállate!, ¡sólo quiero dormir tranquilo!— vuelvo a bufar molesto y pateo las piezas del ahora reloj roto.

—Archie, ¿Qué pasó?, ¿está todo bien?— giro mi cabeza cuando escucho que alguien me llama. En la puerta de mi habitación están mis buenos amigos Jughead y Eric, y justo este último es el que me acaba de preguntar lo que ocurre.

—Sí, sólo que esa maldita alarma no se callaba y ya me había hartado así que le lance una almohada y se cayó.— intento no sonar muy extraño, ya que haber peleado con un reloj es lo más estúpido que he hecho en mi vida, y vaya que he hecho cosas estúpidas.

—¿Y por qué lo pateaste?— veo como Jughead se cruza de brazos y me mira fijamente a los ojos, lo miro mal y rodo los ojos.

—Ya les dije, me desesperó, fue un simple impulso, no tienen de que preocuparse.— hablo un tanto de malas, ya que sí, no pasé una muy buena noche y tampoco he amanecido de buenas, y bueno, esa alarma sólo logró que me irritara más.

—¿Seguro?— Jackson luce preocupado, así que intento calmarme, no quiero molestar a ninguno de los dos con mis tonterías.

—Si, tranquilo– medio sonrío– si quieren vayan a ducharse, o a dormir otro rato, hoy prepararé el desayuno yo.

—Genial.— Jackson habla emocionado, sonríe un poco, nos mira una última vez más a Jughead y a mí y se va.

Una vez que se ha ido Eric, suspiro y me agacho para recoger el desastre que provoqué.

—¿Necesitas ayuda?— escucho una voz a mis espaldas y de reojo veo como Jughead está parado justo detrás de mí. Creí que igual se había ido.

—No, está bien, puedo solo.— hablo sin ganas y sigo juntando las piezas del objeto, una vez que termino de hacerlo, las tiro en el bote de la basura y miro a Jughead.

—Archie, ¿de verdad estás bien?— frunzo el ceño al escucharlo preguntarme eso, ¿a caso no escuchó cuando le dije que estaba todo bien?, ¿por qué se enfrasca en querer molestarme e irritarme más de lo que ya estoy?

—Sí, ya dije que sí, lo de la alarma fue un accidente, tampoco es como si fuera tan irracional como para que me hubiera puesto a pelear con un estúpido reloj.— bufo y me cruzo de brazos.

—Lo sé, pero cuando te sientes triste o molesto, puedes llegar a hacer cosas tontas– lo miro mal– y si lo digo es porque soy tu amigo y te conozco desde niños.

Vuelvo a rodar los ojos, de verdad no necesito esa basura ahora, no necesito que Jughead intente terapearme para ver que me ocurre, porque nada me ocurre, estoy perfecto, no habría motivo para no estarlo.

—¿Estás así por Veronica?— y cómo si me hubiera caído un balde de agua helada de la nada, suelto un pequeño quejido, trago saliva y siento todo mi cuerpo tensarse.

¿Por qué tenía que mencionarla?, ¿por qué?

—No, Veronica no tiene nada que ver con que haya amanecido de malas, porque a todos nos pasa, no todos nos levantamos con el pie correcto todos los días.

—Bueno sí, pero te recuerdo que ayer después de que se fuera Veronica te pusiste muy mal, incluso querías ir a fuerzas a embriagarte al Whyte Wyrm.

Esté donde esté (Varchie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora