Capítulo 2

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Al volver a la ciudad de Eruka, todos tomaron distintos caminos. Tabernas, prostíbulos, hospitales, etc. La mayoría de los guerreros estaban de fiesta por su nueva victoria. Todos, menos El lobo.

- ¿Vienes? -Preguntó Henry con una mujer en cada brazo -Anda, puedo prestarte una y luego cambiamos -Sonrió.

-Estoy cansado. Me voy a mi cuarto.

-Anda, podrías divertirte. Vamos chicas, háganlo cambiar de opinión -Les dio un empujón, y estas se pegaron a William y comenzaron a suplicarle con voces seductoras.

William las miró con asco, y las apartó de su lado con otro empujón.

-Te he dicho muchas veces que no quiero tomar a una ramera.

-Vaya hijo estúpido el que tengo. A pesar de todo lo que ha vivido, sigue creyendo en el amor -Él y las mujeres se echaron a reír. William dio vuelta los ojos, y los dejó solos mientras caminaba a su cuarto.

Al llegar, dejó caer las cosas que traía, y se recostó sobre su cama hecha con un costal de paja, y soltó un largo suspiro hasta quedarse sin aire.

Dormitó un momento, y luego sintió un pequeño bulto en su bolsillo. Sacó la pequeña bolsa hecha con un pañuelo blanco con unas manchas rojizas.

-Están buenas... -Dijo luego de comer. -Sara... -Permaneció mirando el pañuelo.

Decidió ir a darse un baño para quitarse el sudor, tierra, y las manchas de sangre de su cuerpo y ropa. Mientras el agua corría por su cuerpo, sacó la cuenta de todos los hombres que asesino en la guerrilla.

-Dieciséis... -Dijo al cabo de un rato. -Y él veintiocho... -Contó los de su padre. -Y contando los de antes de la guerrilla, veinte. -Contó a aquellos que había asesinado durante el entrenamiento. -Algún día serás uno más de mi lista.

Escuchó un estruendo proveniente de su cuarto. Y rápidamente lo asimiló a que su padre había vuelto de su servicio con las prostitutas y completamente borracho, como era de costumbre.

Al volver, vio al Perro tendido sobre su cama, riendo, con la camisa completamente abierta, jugando con el pañuelo de la joven.

- ¿Y esto? -Preguntó entre carcajadas -No me digas que te lo dio esa muchacha de la tarde... -Abanicó el pañuelo.

-Lárgate a tu cama... -Le dijo acercándose para quitarle el pañuelo -Apestas y te ves como un montón de mierda...

-Cuidado, mocoso. -Advirtió intentando sentarse -Me debes respeto. Porque yo hice de ti lo que eres ahora -William lanzó una risa amargada.

- ¿Y esperas que te lo agradezca? No me jodas -Lo levantó y le lanzó a su cama.

-Lo que a ti te falta... Es un buen rato con una mujer de bueeenas curvas...

-Ya duérmete. Estoy cansado.

-Como si hubieran cosas que hacer mañana. Ya no tenemos más que hacer hasta la próxima guerrilla.

-Entrenar sería una buena idea. ¿Qué pensaran los demás si El perro cae en la próxima guerra?

-Entonces El lobo lo vengará y llevará la cabeza del desgraciado al fósforo.

-Sí, claro -Dijo caminando a la entrada.

- ¿Vas a salir?

-Iré a caminar.

- ¿A estas horas?

-Ese no es tu asunto -Salió del cuarto -Seguramente le daría una buena recompensa a ese tipo y le invitaría un trago -Musitó.

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora