Capítulo 28

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Menos de diez minutos se requirieron para que los soldados salieran a recorrer todas las calles de la ciudad, para golpear puertas y avisar a cada ciudadano que debía dirigirse a una zona específica de resguardo. Alguien tocó a la puerta de Katica.

— ¿Terry? —Dijo extrañada — ¿Qué sucede? ¿Qué está pasando?

—Te lo explicaré en el camino —La haló del brazo para sacarla de la casa.

— ¡Espera! —Volvió para tomar unas cosas. Su alforja en el que llevaba utensilios de primeros auxilios que ella misma había preparado y el arco con flechas que William le había regalado. —Ya estoy lista. Dime qué está pasando. ¿Dónde está mi padre?

***

A varios metros de la entrada de la ciudad, William caminaba con espada en mano, desprovisto de armadura o de un escudo, pues no hubo tiempo para prepararse adecuadamente.

A pesar de no poder ver a ningún enemigo, su corazón latía con fuerza al ver que iba en dirección contraria a la gente que lo veía pasar. Hacía tiempo que no blandía su espada, o entrenaba como años atrás.

No sabía cuántos hombres estarían afuera, ni cuáles eran las intenciones de quien estaba esperando con paciencia a que alguien se hiciera presente; pero estaba listo y dispuesto a cualquier cosa, con tal de defender a su hija y la ciudad.

—Mi Lord —Se acercó a él uno de los soldados que vigilaba la entrada.

—Infórmame.

—No estamos seguros ya que nunca lo habíamos visto —Dijo el soldado —Pero creemos que el Lord de Salamina ha venido hasta aquí. Y viene escoltado.

— ¿Cuántos?

—Al menos unos cien o ciento cincuenta hombres.

—Son demasiados como para ser una comitiva —Dijo pensativo. Analizando la situación —Pero no los suficientes como para iniciar un ataque. Somos el triple o el cuádruple de los hombres que trae.

— ¿Cuál es la orden, señor?

—Envía a un mensajero. Que vean que está desarmado. Quiero a los arqueros atentos a cualquier movimiento hostil. —El soldado corrió para cumplir con la orden.

***

Katica siguió a Terry en silencio, ya que en su mente, buscaba la forma de escapar y buscar a su padre.

— ¡Katica!

— ¡Tom! —Corrió hasta abrazarlo. — ¿Qué está pasando? ¿Dónde está mi padre?

—Colmillo, escucha bien —Su tono de voz ponía aún más nerviosa a Katica —Al parecer, el Lord de Salamina está allá afuera... Y tu padre está al frente.

— ¿Cómo que está al frente? ¡¿Qué va a hacer?! —Intentó regresar; pero Tom la detuvo.

—Los demás se están preparando para ir a apoyarlo. Tú debes ir con los demás ciudadanos para que estés a salvo. —Tom se dirigió hacia Terry —Llévala y que esté a salvo. Yo le reportaré a quien sea que la ciudad ya está reunida.

Tom se alejó rápidamente sin dejar lugar para que Katica dijera nada. Terry obedeció y la llevó junto con los demás al centro de la ciudad.

—No negaré que eres una mujer digna de ser llamada como te llaman; pero por una vez en tu vida, haz lo que te dicen.

El tono de hablar de Terry era serio, monótono, asustado, autoritario. Definitivamente sabía algo que los demás ignoraban. Algo así como un presentimiento. Después de todo, él conocía mucho más de cerca a Lord James.

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora