Capítulo 12

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Ya es primavera, y la pequeña Katica es una niña de siete años que vive con su madre en el campo, esperando la próxima vez que su padre vuelva a casa. Su vida es simple y alegre a pesar de ser un poco apartada de los demás.

Cuando cumplió cuatro años, iba con los demás niños a jugar un rato, y al caer la tarde, volvía a su hogar; pero todo cambió cuando las historias sobre el Lobo y el Perro, llegaron a oídos de los campesinos, lo que hizo que los padres comenzaran a tener cuidado con sus hijos al momento de jugar con Katica; y al mismo tiempo, los niños comenzaron a dejarla fuera de sus actividades. Pero eso a ella no le importaba, y buscaba otras formas de divertirse.

—Mamá ¿papá hace cosas malas? —Preguntó durante la cena.

—No cariño. —Respondió con una sonrisa —El trabajo de tu padre es... algo complicado. Pero los demás no lo entienden.

— ¿Cuándo volverá?

—Probablemente en unos días, cariño.

—Quisiera que pudiera estar más tiempo con nosotras... Y que pudiera dormir bien por las noches...

—Yo también quisiera eso, querida. Llevo años intentándolo; pero no quiere seguir mi consejo. —Hizo una pausa —Ahora acaba tu cena para que vayas a dormir.

—Sí, mamá.

A la mañana siguiente, Katica se levantó temprano como siempre para dar heno a Siry y maíz a sus gallinas. Luego regó sus flores, y cavó un agujero para una nueva.

— ¿Y ese agujero? —Preguntó Sara desde la ventana.

—Papá me traerá una flor nueva por mi cumpleaños...

—Las cuidas bastante bien, querida. Tiene muchos tipos ahí.

—Tengo once —Dijo sonriente.

—Convertirás este lugar en un campo de flores en poco tiempo —Rió —Hay mucho espacio para eso.

—Ya lo creo.

Ambas volvieron a ver a un grupo de niños que jugaban cerca. Sara notó en el rostro de Katica un ligero sentimiento de anhelo, por lo que se sintió un poco mal por su hija.

—No dejes que lo que los demás digan de nosotras o de tu padre te afecte...

—No lo hago —Le sonrió —Iré a regar la huerta.

— ¿Por qué no mejor vas a jugar? Y así me dejas un poco de trabajo para mí.

—Está bien.

—Vuelve cuando el sol se ponga —Le entregó un bolso con una hogaza de pan y un odre con agua —Diviértete.

— ¡Sí, mamá! —Tomó la bolsa y corrió hasta que Sara la perdió de vista.

Katica corrió hasta uno de sus lugares favoritos del campo, que era una especie de bajo relieve entre unas colinas. Allí, pasó toda la mañana divirtiéndose a su manera, y cuando su odre quedó vacío, decidió ir al riachuelos que se encontraba en el bosque cercano a su hogar.

— ¡Ahí va la hija del Lobo! —Gritó uno de los niños —¡¿Vas a buscar tu almuerzo?! ¡¿O tu familia te espera en casa?!

— ¡¿No tienen nada mejor que hacer?!

— ¡Apuesto a que le aúlla a la luna por las noches! —Todos rieron.

— ¡Mi papá no es un animal! —Respondió molesta — ¡Y si así lo fuera, ustedes serían un montón de corderos tontos! ¡Y yo los cazaría a todos por decir cosas de mi familia!

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora