Capítulo 22

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Al día siguiente, William estaba despierto; pero aún no estaba completamente bien como para ponerse de pie, ya que corría el riesgo de que su herida volviera a abrirse. Pidió a Katica que le ayudara a sentarse una vez puestos sus pantalones y estuvo medio día regañándola. Aunque no duramente.

—Cambiaste en estos últimos días —Dijo luego del regaño —Siento que ahora veo a una joven mujer, fuerte y valiente.

—Gracias —Sonrió avergonzada —Hay algo que quiero que veas —Metió una mano en su bolso, y sacó la carta.

— ¿De dónde la sacaste?

—Yo... La encontré en uno de tus cajones en el despacho antes de venir. Mamá la escribió —William estiró su brazo sano para alcanzarla. —Estaba cerrada cuando la encontré.

—La tuve guardada todos estos años en ese cajón... —dijo mirando la carta —Porque nunca tuve el valor para ver lo que había en su interior.

—Si mamá la escribió, no hay de que tener miedo.

Katica le dio unos minutos a solas para que William pudiera leer la carta. Cuando volvió a entrar, vio que este tenía la carta sobre sus piernas y el rostro sostenido con una mano.

— ¿Estás bien...?

—No lo sé... —Respondió mirando en otra dirección —Hay tanto que he hecho mal todos estos años que... No sé... —Su boca mostraba una sonrisa temblorosa y sus ojos brillaban.

Katica se sentó junto a William sin decirle nada. Comprendía el dolor por el que debía estar pasando.

—Ella estaba... —William la miró por el rabillo del ojo y respiró profundo.

—Sí... —Respondió con un suspiro —Tenía alrededor de tres meses cuando eso pasó.

—Ella...sabía lo que iba a pasar.

—...Así parece... —Katica subió la mirada tímidamente.

—Oye... No has hecho nada mal —William la miró con los ojos llenos de lágrimas —Sólo teníamos un ligero problema de comunicación y nunca nos poníamos de acuerdo. —Sonrió secando sus lágrimas —Supongo que no estábamos listos para vivir sin ella.

—Supongo que no... —Dijo haciendo lo mismo. —Pero... quizás, ya sea tiempo de cambiar un poco.

— ¿De verdad? —Asintió. — ¿me dejarás combatir?

—Vamos despacio, Katica. Me tomará tiempo aceptar que...mi niña está creciendo y que... En algún momento tendré que dejarte ir.

—Siempre juntos, papá —Se abrazó a su brazo —Mamá no habría querido que camináramos por separado.

—Tienes razón.

***

Al regresar a la ciudad, Katica y William regresaron a casa, no sin antes, dejar las órdenes correspondientes en el cuartel durante su ausencia. Ordenó escoltar a Tom a su casa para que no estuviera en problemas. Ordenó aumentar el número de vigilantes en varios puntos alrededor de la ciudad; y en cuanto a los prisioneros, ordenó que fueran encerrados hasta que se recuperara completamente para dar una sentencia.

—No vi al abuelo Henry cuando llegamos al cuartel...

—Debió haber ido a algún bar.

— ¿Te sientes bien?

—Algo adolorido, pero estoy bien.

—Fue un largo viaje, deberías ir a dormir.

—Lo haré. Tú también. Ve a descansar. —Ella obedeció —Katica —Se detuvo —Mañana hablaremos de los cambios que haremos aquí.

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora