Capítulo 23

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En un mes, William pudo regresar a su trabajo con normalidad. Ordenó tener a Terry y a sus compañeros cumpliendo una condena de encierro durante un año para intentar tenerlos de su parte debido a sus habilidades. Ordenó a cinco mensajeros hacer llegar una carta a cada ciudad importante para una alianza. Mientras esperaba respuesta, enseñó a Katica el funcionamiento del cuartel y las zonas de entrenamiento; y le mostró formas efectivas de defensa. Al cumplirse un mes, llegaron las primeras dos cartas. Y dos días después, William estaba listo para irse.

—Estarás bien —Aseguró William sobre su caballo. —Siempre lo estás.

—Ten cuidado ¿sí?

—Claro —Secó las lágrimas en los ojos de Katica —Vigila a tu abuelo. No confío en él completamente pero tampoco sabía a quién más poner como mi reemplazo mientras estoy fuera.

—Descuida. Lo hará bien. Estaremos bien.

—Señor, está todo listo. —William asintió un tanto nervioso.

—Bien. —Volvió a mirar a Katica sin saber qué más decirle.

—Te quiero. —Dijo Katica.

—Y yo a ti.

Katica vio a William alejarse con su grupo de escolta hasta perderlo de vista.

Los primeros días fueron algo difíciles para Katica. Estar en una casa en compañía de nadie era algo difícil para ella. Por suerte, durante el mediodía, Tom iba a visitarla para disminuir su sentimiento de soledad; y durante las noches, Henry comenzó a quedarse en casa para dormir. Al inicio ninguno de los dos tomaba la iniciativa de iniciar algún tipo de conversación; pero con el pasar de los días, tuvieron algo de qué hablar.

—El chico encarcelado me pidió verte. —Dijo Henry apoyado en el marco de la puerta de la habitación de Katica.

— ¿A mí?

— ¿Hay otra hija del Lobo? —Preguntó sarcásticamente —No ha dejado de pedirlo desde que supo que tu padre se había marchado.

— ¿Qué le dijiste?

—Que solo irías si aceptabas hacerlo.

— ¿Por qué iría a ver al responsable de la casi muerte de mi padre y probablemente la tuya y la de otros hombres?

—Es tu decisión. Avísame si decides ir. Me iré en la mañana.

—Descansa, abuelo.

Por un par de horas, Katica analizó la situación ¿era buena idea visitar a Terry después de lo ocurrido semanas atrás? Recordó ese tierno beso que él le había dado; pero intentó quitarse ese recuerdo de la cabeza sacudiéndola. A la mañana siguiente, estaba lista para irse con Henry.

— ¿Puedo saber por qué decidiste venir?

—Porque la curiosidad no me dejaba en paz... —Respondió seria y un poco cansada. —Papá se molestaría si supiera que estuve ahí.

—No tiene por qué saberlo...

— ¿Crees que estará bien?

—El Sur no tiene problemas con nosotros. Además, la razón por la que Salamina no ha llegado allá es porque no han podido acabarnos.

—Es muy complicado. Apenas entiendo cuál es el problema que hay entre Salamina y Eruka.

Ya en las prisiones, Henry ordenó dejar pasar a Katica y que vigilaran a los prisioneros.

—Sí viniste... —Dijo Terry estirándose hasta donde el grillete en su pie se lo permitía.

— ¿Para qué querías verme? —Intentó parecer fría.

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora