Capítulo 34

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Al llegar la mañana, Katica y Henry despertaron por el llamado de un hombre a la puerta.

-¿Qué ocurre? -Preguntó Henry con seriedad.

-Lord Erick requiere de la presencia suya y de la señorita Katica en su despacho para presentarle al señor Rick de manera formal.

-Vamos en un momento. No es necesario que nos escolten.

-Avisaré al Lord que irán. Con su permiso.

Luego de cerrar la puerta, Henry guardó silencio al notar la mirada de su nieta. Estaba consciente de que había oído todo y que no necesitaba decirle qué hacer; pero el problema era otro.

-No tienes que hacerlo. Puedes rechazar tu invitación y yo daré la cara ante Lord Erick -Aquello sorprendió a Katica. A pesar de lo frío que había sido con ella la mayor parte de su vida, esas pequeñas muestras de cariño que él le dedicaba la hacían sentir segura a su lado.

-Iré -Henry frunció el ceño, desconcertado por su decisión -No estamos en posición de negarle nada a Lord Erick, ¿cierto?

-Cierto... -Respondió -Aún así...

-Abuelo, déjame ayudarte en esto. Estoy segura de que juntos podremos salir de esta situación. -Henry exhaló una leve risa y negó con la cabeza.

-Tienes un plan, ¿verdad?

-No realmente.

-No pareces tener miedo.

-Estoy aterrada. Pero, de papá aprendí que no puedo dejar que otros lo sepan. De él aprendí que está bien tener miedo, siempre y cuando no controle mis acciones.

-Hablas como un Lord -Comentó con una leve sonrisa -Vamos entonces, no hagamos esperar a nuestro anfitrión.

Ambos guardaron silencio en el camino hacia el despacho de Lord Erick. Al llegar, un par de guardias les dieron la entrada.

-¡¿Cómo se ateve salir sin mi permiso?! -El Lord le gritó a uno de los soldados -¡Más les vale traerlo de vuelta para el final del día!

-¡Sí señor! -Tres hombres salieron del lugar a toda prisa, pasando a un lado de Katica y Henry. Al darse cuenta de su presencia, Erick intentó mostrarse sereno. -Lamento eso. Por lo visto mi hijo ha tomado una decisión sin consultarme primero.

-Los hijos a veces son impredecibles, Lord -Comentó Henry.

-Ciertamente. -Respondió con seriedad -Bueno, como mi hijo no se encuentra dentro de la ciudad por el momento, supongo que podríamos aprovechar para enseñarles mi ciudad formalmente.

-Me parece bien -Dijo Katica, buscando la forma de integrarse a la conversación. -Podríamos aprender una que otra cosa de Riverton para cuando regresemos a Eruka.

-Vamos entonces -Dijo acercándose a Katica para ofrecer su brazo -¿me permite?

-Claro Lord Erick.

***

Camino a Eruka, no muy lejos de Riverton, un joven permanece al frente de al rededor de cien hombres, dando ordebes expresas antes de que todos marchen en dirección a la ciudad que fue atacada por Salamina.

El joven alto y delgado, de ojos pardos y cabello negro se mostró autoritario ante los soldados, claramente mayores que él.

-Ayudarán a los hombres de Eruka a levantar la ciudad lo antes posible.

-Discúlpenme señor -Dijo uno de los soldados -No es por poner en duda su autoridad ni nada. Pero, ¿el Lord autorizó esto?

-El Lord ha de estar ocupado atendiendo otros asuntos importantes, buscando entre las faldas de alguna mujer o simplemente terminando de seducir a otra que se dejó engatusar. -El hombre guardó silencio -Estoy seguro de que a mi padre le importa un pepino esto. Además, no hay nada de malo en tenderle una mano a una ciudad aliada en tiempos de necesidad, ¿no le parece?

El colmillo del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora