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Pasado 

Eric oyó la puerta de su habitación abrirse y se tensó en su sitio. Sí, él no había intentado tomar medidas con eso de tener a Jesse en su nuevo rol de "prisionero" suelto por la casa. Ahora que sabia la verdad era muy probable que jesse quisiera tomar cartas en el asunto.  La mitad del tiempo Jesse era impredecible para él, lo que lo volvía loco en todos los sentidos. 

Eric esperó, preguntandose si intentaría atacarlo a traición para vengar a su padre o si aceptaría su oferta de quedarse a su lado. 
Eric esperaba lo segundo, no podía dejarlo ir, no porque fuera egoísta que lo era, pero Jesse era un traidor, dejarlo en libertad era una amenaza tanto para su familia como para el propio poli.

Eric aún estaba intentando encontrar la manera de solucionar aquello. Cielos. Jesse se había metido en muchos problemas. Oliver llevaba un tiempo presionando sobre los "peligros de conservar su mascota" 

Sí, Eric le había disparado en la pierna por desautorizarlo frente a los otros miembros de la Bratva, en la teoría, en la práctica lo había hecho por meterse en sus asuntos con Jesse.

No tan casualmente Oliver había dejado caer cierta información sobre su matrimonio con el poli a otros "hermanos" lo había arrinconado diplomáticamente para que se encargara del asunto del poli. 

Vamos, siendo Jesse su "Esposo" oficialmente como lo había anunciado descaradamente Oliver, se transformaba en un miembro de la Bratva por adopción, Jesse debía, obligadamente  ser un miembro activo del grupo eslavo, quisiera o no. Vamos,  solo había 1 manera de salir de ella, si a eso le sumaba que muy probablemente cualquiera con un par de informantes podía  averiguar que estuvo trabajando para los enemigos, sumaba una cantidad de mierda sobre la cual Eric no tenía idea de como trabajar para cubrir al poli. Las cosas habían quedado bastante claras, Jesse era uno de los suyos o estaba muerto, una vez dentro no había manera de escapar de la mafia y ya no dependía de él. El maldito chófer había colgado la espada de Damocles sobre su cabeza.  Eric se había  visto obligado a confesarle la verdad.Solo Jesse podía elegir su destino a partir de ese momento. 

Eric apretó los labios en una mueca y cerró sus ojos. Aguzando su oído para oír los movimientos del intruso. Pudo sentir  el ruido de la ropa mecerse y caer al suelo fuera de un cuerpo. Pasos ligeros y un peso hundiendo la cama. Eric esperó para abrir los ojos y el alivio que sintió fue casi inmediato. 

—Jess…

Jesse se volteó y sus ojos hinchados delataban que había estado llorando.  Eric se quedó quieto esperando la reacción del rubio. 

Jesse se acercó y para su sorpresa se apretó a su pecho antes de girarse dejando su espalda y el pecho de Eric todo lo pegadas que era posible como lo había hecho siempre. Eric suspiró agradecido hundiendo su nariz en la nuca de Jesse mientras lo rodeaba con su brazo. Jesse estaba con él. Por un un momento sintió el alivio recorrer su cuerpo hasta que el poli volvió a abrir la boca.:

—Esto no cambia nada. Aun te odio.

***
Presente:

No, no, no.

 joder, sus hijos no habían podido elegir un peor momento para nacer. Maldición. Miró su teléfono impotente. Paolo había accedido luego de un almuerzo muy esclarecedor la tarde anterior. Por fin tenía carta blanca para traer a sus hombres de Rusia en un par de días y él debía volar a América porque Oliver acababa de llamarlo anunciándole que su esposa había entrado en labor. 

Eric en ese momento se sentía como un conejo corriendo detrás de la zanahoria, cuando por fin se sentía cerca de su objetivo, este era alejado de él. Ha-Neul era una maldita rata escurridiza, luego de los últimos acontecimientos que se habían montado en América, Eric había impuesto una cacería a sangre fría a todo lo largo del estado, vamos, cualquier eslavo que se cruzara con algún miembro de las familias Park, Kang o Cong, era libre de cobrarse su revancha por los acontecimientos pasados en su bar. Eric, había dado via libre a los perros eslavos para que cazaran a su antojo, los coreanos habían contraatacado, claro, se había transformado en guerrillas sangrientas que crímenes de pandilla había hecho la vista gorda luego de que varios policías murieran.  Su querido y tonto poli había estado entre ellos, ejecutado por cadena nacional para darle un mensaje tanto a la policía de chicago como al resto de los ciudadanos sobre no meterse en asuntos que no les incumbia. Los que caminaban por el lado izquierdo de la ley tenían sus propios códigos y reglas, eric había usado cada una de llas para rastrear a esa mujer por meses desde que se había recuperado del duelo, la ira condimentando su carácter desde entonces. 

El legado de Cain (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora