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La ubicación de su objetivo quedaba dentro del territorio de los italianos. Eric hizo una mueca. Nunca le habían gustado demasiado los italianos, menos aquellos arraigados en EEUU. Chicago estaba bien delimitado, cada territorio tenía su propio dueño, los rusos nunca se habían metido en territorio ajeno y nunca habían tenido muchas luchas territoriales con otros grupos organizados, aunque había oído que varios rumores decían que algunos esperaban a qué coreanos y rusos se mataran entre ellos y ocupar luego el territorio que se dejara libre. No era de extrañar, con los años su rivalidad interna había quedado demasiado en evidencia. Quizás por más tiempo del prudente.

Entrar a un bar e intentar preguntar por el rastro coreano no era la acción más recomendada cuando estaban en territorio enemigo. Eric bajó de su coche sirviéndose de su suerte para no morir. Oliver no estaba de acuerdo con esto, Eric lo sabía, pero si alguien debía servir de blanco de mira, definitivamente la cabeza de la hidra era el objetivo más tentador. Eric movió los costados de su pesado abrigo antes de abrirse paso a un decrépito bar de aspecto vintage.

Eric pudo notar un par de cabezas girando en su dirección, sí, su atuendo de 15mil dolares y su alegre camisa de flores estaba sin duda actuando como las plumas desplegadas de un pavo real. Se dirigió a la barra, a su espalda sintió el ruido de la puerta siendo abierta una vez más pero no se giró. Ese tenía que ser Jesse. Jesse que cabizbajo había pasado desapercibido dirigiéndose a uno de las mesas laterales mientras Eric jugaba su papel de puta de atención.

-Estas lejos de casa ruso.-fue el saludo del cantinero. El hombre era calvo, con un mostacho que parecía salido de un luchador de dibujo animado y el cuerpo musculoso, llevaba una musculosa con un par de manchas amarillenta de fritura en la delantera y un tatuaje en el brazo derecho una estrella formada con 5 puntas verdes. Eric no necesitaba confirmar el nombre para saber que era un miembro de la camorra. Definitivamente había llegado al lugar correcto.

-nino?

-depende de quién busca.-el tono del hombre era brusco, el acento gastado como si se esforzará mucho por recordarlo.

-Sabes quien soy. - le dijo tranquilo manteniendo su característica afabilidad y su perfecto acento chicaguense. Eric nunca se habían molestado en conservar el asentó de su familia salvó que tuviera que hablar en ruso, él era el perfecto americano.

-sé que apestas a ruso.

-entonces sírveme un poco de tu mejor vodka. Por favor.

-vete de aquí.

-vamos, no vine a buscar problemas. Sírveme una copa.

El cantinero se puso la franela en el hombro antes de mirar a los lados. Eric tuvo que obligarse a no voltearse a ver. Tenía que confiar en sus hombres cuidando su espalda sin delatarlos. Los había conducido al nido de serpientes tenía que hacer todo por sacarlos intactos de allí.

-un ruso que no busca problemas, déjame ser incrédulo al respecto.

Las comisuras de Eric se elevaron inclinando su cabeza con una media sonrisa amable.-soy un ruso domesticado, no vine a crear problemas. Sirveme una copa.-insistió con cuidado de no alterar a nadie con algún movimiento bruzco, sacó su billetera y de ahí un billete de de 50 dólares que dejó en la barra junto a un pesado anillo de oro y granate. Se lo había enviado Paolo. Si Nino aún respondía a él (cosa que no había podido asegurar) ese anillo debía de hacer el efecto.

El presunto Nino agarró el anillo y se lo colocó en el dedo medio antes de evaluarlo con deseen. Entonces cruzó sus brazos frente a su pecho y se inclinó hacia Eric.

-No pertenezco a la camorra, viniste al lugar equivocado Ruso.

-juraria que el tatuaje en tu brazo significa lo contrario.

El legado de Cain (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora