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Pasado

Jesse observó los tirantes sobre su cuerpo, Helena lo había hecho entrar por la puerta del servicio, el olor a cuero, sudor y sexo impregnaba toda la sala.

Jesse se observó en un espejo, todo lo que llevaba era un pequeño slip de cuero y arneses negros con tachas. Había un collar de diamantes en su cuello. Era un sumiso, en teoría al menos. Había un micrófono enganchado en el botón plateado del arnés que cruzaba su pezón derecho.

—bonito.—Alguien tocó su collar y jesse se tensó. Era una chica, vestida como él, sin los diamantes claro, su collar era de cuero. —una imitación increíble ¿dónde la conseguiste?

Ella tenía los ojos grandes e infantiles. La mirada curiosa.

Son reales. Pensó, en cambio dijo—me lo regalaron.

—tu dom tiene muy buen gusto.

El cuero era demasiado ordinario para mí.

Era lo que había dicho Eric cuando se lo regaló para su cumpleaños. Para la cita que nunca habían llegado a tener. Jesse lo había conservado, diamantes pesados y fríos en su cuello .el día de la explosión se había roto pero lo había conseguido de nuevo después de enviarlo a que lo repararan. No había una verdadera razón para que lo llevara ese día, salvo porque Eric lo reconocería. Tenia la esperanza de que lo hiciera. La gargantilla de perro que Eric había elegido para él, cubierta de diamantes. Cubierta de su nombre. Jesse llevaba su nombre esa noche. Eric lo vería. sintió sus dedos cosquillar con ansiedad, ya quería que lo hiciera.

La chica, a su lado dijo otro par de cosas pero en realidad Jesse no estaba en ello. Siguió el pasillo que le había indicado Helena antes de marcharse a buscar su propio comprador. Jesse anduvo por los pasillos de la sorprendentemente gigantesca casa en la que se estaba montando todo, más que casa era una mansión o un edificio pequeño bajo el criterio de Jesse, la planta principal no estaba vacía pero eran apenas un puñado de personas, cada cual en su mundo, jóvenes desnudos. Jesse vio a un tipo con pantalones de cuero arrastrar a una muchacha por una correa. La chica caminaba en 4 patas detrás de su amo. No era que se sorprendiera, había oído que encontraría algo de eso. Hasta ahora solo era un grupo de aficionados a los fetiches de dominación. Jesse sintió su polla endurecerse a pesar de todo.

Jesse dio un par de pasos tentativos, el suelo bajo sus pies estaba alfombrado y caliente. lo que era bueno si consideraba que Jesse estaba descalzo. sintió el frio golpear su pecho, sus pezones se crisparon mientras caminaba intentando inspeccionar el lugar, prostitución, drogas, ventas de armas, contrataciones de "servicios" se suponía que Jesse captara todo lo que pudiera. En realidad a Jesse no le importaba una mierda nada de todo lo ilegal que planeaban montar esa noche.

Él había ido por Eric.

Para Jesse el resto no eran más que daños colaterales. Siguió avanzando por el estrecho pasillo, mal iluminado, el sótano había adquirido el aspecto de mazmorra, Jesse pasó por una silla de montura, una mujer estaba tirada sobre ella, piernas abiertas, gemidos y el sonido del cuero contra la carne, olía a sexo, Jesse observó como el hombre frente a ella le daba su castigo, su placer, ella lloraba y gritaba, de no ser por el brillo en su coño húmedo, Jesse probablemente hubiera intervenido, o no, ella estaba malditamente excitada, al igual que Jesse que por primera vez en su vida se sintió caliente de ver una mujer.

El dom que la azotaba tenía la piel oscura, músculos definidos, nada destacable a ojos de Jesse pero una enfermiza parte de él quería ocupar el lugar de la muchacha, estar bajo el lado receptor de los azotes. Jesse estaba tan malditamente caliente que tuvo que apoyar el talón de su palma sobre su entrepierna para calmarse, caminar hasta el sótano resultó una tortura, allí era mucho más de lo mismo, más gemidos, más gritos, más dolor, más sexo. Jesse observó como una de las camareras las cuales vestían solo con un pantalón de cuero, llevaba una charola con copas de agua y varias bolsitas de polvos azules en ella. Jesse supo de inmediato que eran, demonios, eran como repartir dulces.

El legado de Cain (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora