30

1.1K 121 88
                                    

Presente

Eric recibió una llamada de Paolo. Ha Neul se había enterado de su alianza y el hombre estaba preocupado. Había recibido una amenaza, no más de las que Eric había recibido en el último tiempo, pero no creía que eso ayudara a su socio a calmarse. Estaba asustado por Bianca.

—Ruso.—La voz de Paolo sonaba alterada. —Recibí a Giacomo en una bolsa. ¡Mi primo! No puedo seguir con esto. Te cubrí la espalda, pero no puedo, mi familia...

—Yo también puedo ser tu familia. Tienes a Bianca, tengo cuatro hijos y no dejo que toquen lo que es mio. Eres un hombre viejo, Paolo, tu sabes que puedo darle lo mejor.

—A Bianca no le falta nada.—El hombre al otro lado de la línea sonaba ofendido.

—Solo terminar como Beatrice.—Hubo silencio al otro lado de la línea.—No dejaré que eso pase, lo prometo, pero necesito que no te acobardes ahora. Te prometo a mis hijos a cambio, uno o todos, tu familia y la mía. acabaremos con ella, mi hermano.

Paolo mantuvo el silencio un momento.—No soy tu hermano.

a pesar de eso Paolo había aceptado. Eric le había prometido protección y un matrimonio a cambio de que se mantuviera firme. Jesus, acababa de vender a sus hijos por una alianza, probablemente Lana pegaría el grito en el cielo cuando lo descubriera. Ella no debía enterarse, al menos de momento, o acabaría en jodidos problemas, una de las pocas cosas en las que habían estado de acuerdo era en que ellos no casarían a sus herederos por conveniencia, pero eso era antes, cuando Eric aún creía en que había algo más allá de alianzas, tratos y sangre. Eric ahora entendía por qué su abuelo lo había casado con la albina de Satán, eso no hacía que lo hubiera odiado menos.

Mierda, Eric había jodido todo. De la conversación con Paolo habían pasado dos antinaturalmente tranquilas semanas.

Observó de nuevo el montículo de hojas sobre su escritorio, su abogado personal se encontraba en su despacho esperando, ambos aguardando a que Jones llegara para firmar los documentos que le dejarían la custodia de sus hijos al hombre, en caso de que Eric muriera. si lo hacía, si el peor de los casos se presentaba, al menos 3 de sus hijos quedarían fuera del circulo de mierda que era la mafia rusa, confiaba en que Jed les diera una vida mundana y feliz. Puede que sonara injusto que dejara a Vania a cargo de todos los asuntos ilegales siendo un crío, pero para Eric hubiera sido peor que lo dejara a cargo de otros tres críos y todo lo demás.

Eric había dispuesto que su herencia se dividiera en 5, una parte para cada uno de sus hijos, una para Jerrold Jones, quien sería el administrador legal de todos los bienes hasta que los tres niños menores cumplieran la mayoría de edad. Sabía que el rubio probablemente se negaría si sabía que con sus hijos también lo estaba dejando a cargo de un patrimonio de más 80.000 millones de dólares, por eso había elegido estratégicamente abordarlo cuando llegara cansado del trabajo.

Eric observó de nuevo su reloj. Jed llevaba un buen rato retrasado, claramente podía haber hecho una parada de camino a casa ¿no? Eric esperó una media hora más. odiaba perder el control, no saber donde Jed se encontraba en ese momento era de cierta forma estresante.

Había evitado decirle a Oliver sobre sus intenciones de dejarle todo a Jones. Eric no estaba seguro de donde se encontraban sus lealtades. Tamborilló sus dedos sobre el escritorio.

¿Dónde estaba Jed?

Estaba a punto de salir a buscarlo cuando la puerta del despacho de su abuelo se abrió.

—Rebeca dijo que me estabas esperando.—lucía agotado, como si hubiera tenido realmente un mal día. Se cruzó de brazos en la puerta y alzó su ceja izquierda en un gesto cínico—¿ya me extrañas?

El legado de Cain (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora