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─¿Puedes apagar la luz?

Changbin recorrió con la mirada el delgado cuerpo extendido en su desordenada cama, desde las largas piernas adornadas de un corto short de pijama, pasando por la diminuta cintura que era visible porque se le había subido la polera, y terminando el recorrido en la pecosa carita que tanto le gustaba. La mirada tímida que lo evitaba a toda costa, le hizo obedecer.

Aunque, de todas formas, Changbin ya se había convertido en un perrito con su dueño.

Por suerte, la luz de la ciudad iluminando por su ventana era suficiente para seguir visualizando a la persona frente a él. Caminó con lentitud, hasta subirse a la cama y gatear un poco, de manera que pudo observar de más cerca el perfecto monumento que es su novio.

El cuerpo de Felix había sido tallado por los mismos dioses griegos, no tenía duda alguna en ello. Changbin siempre se consideró una persona que no encontraba la diferencia en el físico de los demás, todos los cuerpos son válidos y seguía pensando como en un principio, pero el que le gustase tanto Felix le nublaba el juicio de alguna manera y lo hacía verlo como la personificación de "hombre perfecto".

─¿Así está bien? ─preguntó en voz baja, ubicando sus manos en cada lado de la cabeza de Felix.

El recién nombrado asintió con lentitud.

─Sí... mucho mejor ─una pequeña sonrisa se hizo presente en aquel sonrojado rostro.

No podía negar que su fantasía de ver a Felix a plena luz del día se incrementaba con el paso del tiempo, le resultaba fascinante como su cerebro creaba imágenes tan específicas incluso si todavía no sucedía y en cierta parte le frustraba que una persona tan maravillosa como el australiano esperara a la noche para quitarse la ropa. De todas formas, tampoco pensaba presionarlo, aún le sorprendía que haya dado ese paso.

Y es que Changbin tiene muy claro que cada persona posee sus problemas e inseguridades, y en cierta parte, no pensó que Felix sería capaz de ponerlos a un lado tan pronto. No cuando él mismo le confesó que temía tener sexo y que después lo dejase, que eso fuese lo único que buscaba en él.

Desconocía completamente el origen de su indecisión.

Sin embargo, el sentimiento y la intensidad terminó por derribar las endebles barreras que puso Felix a su alrededor y allí se encontraban una vez más, a plena luz de la luna, besándose con fervor.

─¿Te digo algo cursi? ─susurró sobre sus labios, metiendo las manos bajo su camiseta.

Felix de seguro estaba muy sonrojado.

─Ugh, no... ─le respondió de vuelta, enganchando las piernas en la cadera de Changbin para que no existiese ningún centímetro separando sus cuerpos─... Me da vergüenza.

─Lo sé, por eso lo hago.

Bajó los besos por su cuello, atento a cada mínimo sonido y acción que realizaba Felix. Le gustaba como se estremecía y murmuraba palabras sin sentido para sí mismo, le gustaba su cuerpo sudado, su voz ronca, los labios hinchados, el cabello desordenado y hasta su lengua traicionera. Si hacía una lista de los detalles que lo enamoraron, no terminaría jamás. Pero si, en cambio, anota lo que no le encantaba de Lee Felix, entonces esa hoja estaría en blanco.

Le quitó la camiseta y el primer impulso del pecoso fue taparse como pudo con sus delgados bracitos. Sólo bastó que Changbin siguiera con los besos para que Felix lo abrazara por el cuello y así despejó la zona más erógena de todo su lindo cuerpo.

─Me gusta el olor de tu piel ─le dijo en la oreja, causando un leve escalofrío.

Con la lengua recorrió su cuello hasta llegar a sus clavículas y morderlas de manera supercial. Felix suspiró ruidosamente.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora