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─¿Estás seguro de lo que harás?

─Por supuesto, ¿cuándo no he estado seguro? ─Minho le observó por el reflejo del espejo y Mark solo suspiró ruidosamente.

A su lado se encontraba acostado Donghyuck, vestido con jeans negros y una chaqueta de cuero, el cabello castaño perfectamente peinado hacia el lado. El perfume de ambos flotaba por la habitación y Mark no pudo abstenerse de besarlo en los labios, porque de todas maneras, incluso si no estaba tan a favor de lo que iban a hacer, no dejaba de verse hermoso. Le besó lentamente, hasta que Minho hizo un sonido similar a una arcada.

─Sigo aquí, gracias por notarlo.

Mark terminó por levantarse de la cama y arrastrar los pies hasta la televisión para encenderla con una pereza inexplicable. Minho tenía la manía de perder el control remoto y no se daría el tiempo de buscarlo, lo más seguro es que estuviese bajo su ropa apilada en el suelo y en definitiva no quería meterse allí.

─¿Y cómo es que piensan volver? Van a estar borrachos y probablemente cansados.

─Hemos hecho cosas peores ─fue Donghyuck quién respondió, también levantándose.

Si pasaba mucho tiempo en aquel lugar, se iba a arrepentir y acabaría durmiendo junto a su novio, y aunque se escuchaba tentador pasar la noche abrazado a él como un koala, comiendo y con la calefacción encendida, no pensaba echarse hacia atrás cuando ya tenía todo listo y desde el principio fue su idea hacerlo.

Minho era capaz de asesinarlo si le cancelaba a esa altura del plan, en especial porque se vistió con las mejores prendas que poseía y posiblemente iba a reprobar más materias luego de su gran hazaña.

─No lo dudo, pero eso no le quita lo peligroso.

─Ve a la cocina y hazte un té, vamos a estar bien. Además, ¿cuáles son las probabilidades de que tomemos demás?

Demasiado altas, en especial su novio.

Es que a Mark no le preocupaba el alcohol y la fiesta en sí, porque sabía que ambos poseían el autocontrol suficiente para sobrevivir y no hacer estupideces que atentaran contra su existencia en la discoteca, pero tendrían que caminar juntos, borrachos y desorbitados por las calles en plena madrugada, luego esquivar todas las cámaras alrededor del internado, saltar la reja y pasar por el estacionamiento con montones de autos que podrían sonar sus alarmas. Un solo error que cometieran y serían expulsados o acabaría en accidente.

Y si era sincero, no sabía si confiar en la agilidad de dos borrachos que no conocen ningún límite cuando se les pasa alguna locura por la cabeza. Ese es un claro ejemplo.

─¡Mark, a qué no adivinas! ─la puerta fue abierta con fuerza y por ella entró Hwang Hyunjin, vestido casualmente y con el cabello desordenado. Cerró la puerta luego de entrar y los miró confundido─. ¿Había fiesta y no avisaron?

Donghyuck rió con suavidad, asintiendo con la cabeza.

─De hecho, sí. ¿Quieres ir?

─¿Están dementes?

─Hyunjin. ¿No has pensado que te hace falta salir a respirar? ─Minho se acercó al más alto con una sonrisa casi diabólica. Casi.

Mark rodó los ojos, ahí iban una vez más el par de manipuladores. Tenía la suerte de estar acostumbrado a ellos y sus ocurrencias, porque si no fuese por ello, también hubiese terminado envuelto en ese gran problema que estaba a punto de ocurrir. ¿Salir de fiesta? No se escuchaba tan mal, ¿pero escaparse del internado para ir de fiesta? Eso sí le asustaba. Y sabía que Hyunjin era lo suficientemente débil e inexperto en ese mundo para caer.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora