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Huang Renjun soltó un largo y sonoro bostezo en cuanto el chico de cabello castaño se acercó a él con una sonrisa macabra, vestido con ropa carísima y su rostro que brillaba tanto como cualquier luz natural. Inevitablemente, los recuerdos acechan su cabeza y tiene que pestañear repetidas veces para no confundir sus emociones.

No necesita algo como eso. No otra vez.

Ambos son similares, tan parecidos que parecen ser la mitad restante de uno mismo, separados en el inicio de los tiempos para encontrarse al final. Tal vez, por eso también odiaba algo tan simple como escuchar su melódica voz susurrando su nombre.

─No molestes, Seungmin.

Él rodó los ojos y se cruzó de brazos. ─Venía a darte los buenos días, maldito amargado.

Curiosamente, y por muy exasperante que le pareciera, Seungmin es ese tipo de persona que lo ha apoyado incondicionalmente desde el primer momento, por muy indiferente que se muestre ante el resto. De alguna manera, él lo lee tan bien que se da cuenta, incluso antes que el mismo Huang Renjun note algo diferente. Le atribuye todo a la similitud entre ambos, no es sorpresa que canalicen el dolor de la misma manera, entonces, ¿quién más que Kim Seungmin?

Cada vez que siente que su mundo se va a caer a pedazos una vez más, él aparece en la escena como un jodido superheroe y logra subirle el ánimo, incondicional, pero también un poco tóxico. Seungmin puede ser clasista en ocasiones y envidioso sin siquiera darse cuenta, no obstante, Renjun no encuentra las razones suficientes para culparlo por ello, no cuando ha sido un adolescente que creció en una familia adinerada con todas esas características pasando de generación en generación. Si quisiera, podría ser muchísimo peor.

─Eso ya de por sí es extraño ─suspiró y se apoyó en la pared detras─. Dime la verdad, ¿qué es lo que quieres?

Seungmin bufó.

─Te estoy diciendo la verdad, Ren.

El chino quiso propinarle un buen golpe por ese apodo tan molesto, odiaba que no lo llamasen por su nombre, y además, odiaba el tono falsamente meloso que usaba Seungmin para sacarlo de sus casillas.

─¿Tomaste tu medicina?

─Justo iba a hacer eso ─se impulsó hacia adelante y caminó por los pasillos con el chico siguiéndolo.

─¿Ves, Renjun? ¿Qué sería de tu vida sin mí?

Renjun se detuvo frente a su habitación y se giró para ver fijamente a Seungmin que ya le estaba observando. Esto último no era ninguna sorpresa, no importaba dónde estuviese Renjun, porque Seungmin siempre tendría la mirada puesta en él. Llevaba años siendo igual y la verdad es que dudaba que en algún momento fuese a cambiar.

La costumbre más extraña que ha tenido alguna vez.

─Mmmh, no lo sé. Podríamos comenzar porque tendría mi relación intacta, ¿qué te parece eso?

Seungmin elevó una ceja, su semblante cambió completamente, como hacía cada vez que Renjun mencionaba la mínima referencia a su desastrosa relación pasada.

Tonto niño celoso.

─Bien... ─asintió y volvió a sonreír un poco más forzado, era tan extraño─. Quizás tengas razón, no he tenido las mejores intenciones, pero creo que olvidas que tú ─se atrevió a señalarlo con el dedo índice, Renjun retrocedio, sintiéndose momentáneamente atrapado por los ojos marrones─, tú fuiste quién me dijo que esparciera los rumores.

Renjun tocó su propia frente, haciendo una clara señal de locura, y Seungmin rodó los ojos nuevamente, le encantaría decirle que si seguía así se le iban a salir.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora