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─Hyunjin, baja a cenar.

Cerró los ojos con fuerza y escondió el rostro entre sus manos, desde su habitación escuchó el sonido de los tacones resonar por todo el pasillo, hasta desaparecer por la gran escalera al final de este. Elevó la mirada y fueron unos segundos en los que vio pequeñas manchas en el oscuro lugar. Se observó al espejo con la sensación de incomodidad que sentía desde que había llegado a casa a pasar las vacaciones de invierno y se dio fuerzas mentalmente. La iba a necesitar.

Al llegar al lugar, sintió como todo el aire de sus pulmones desaparecía. En la mesa estaba su padre, madre, hermana y... Yuna, la misma Yuna que no veía hace un año. Se sentó con el rostro serio y la mayor incomodidad de su vida, deseando que todo terminase lo más pronto posible.

─Estás tan delgado ─su madre fue la primera en dar su amable opinión que nunca nadie pedía─, ¿qué es lo que comes en ese lugar?

Yeji también lo estaba mirando.

─Siempre he sido delgado, ¿acaso no recuerdas a tus amigas repetirlo hasta el cansancio?

─Pero no como ahora. Luces enfermo, Hyunjin.

Hyunjin suspiró y enterró el tenedor en la carne, dando por acabada la conversación sobre su aspeco físico, al menos él no hablaría más sobre el tema. Y le encantaría contarle a su familia que su amigo sufría problemas alimenticios y que sus comentarios podrían arrastrarlo hasta ellos, pero como siempre, sabía que su opinión no les interesaba y que, no importaba lo que hiciera, no lo tomarían en cuenta.

─Debe ser el amor en las cuatro paredes ─esta vez, fue su padre quién habló. Se limpió la boca con el pañuelo azul que siempre andaba trayendo en su saco y observó a la joven visita que comía en silencio─. ¿Por qué no lo vuelves a intentar con Yuna?

Increíble, lo que le faltaba.

También la observó, esta vez con un poco más de cuidado. Su antiguo cabello rubio ahora estaba negro y muy largo, ya no traía la pintura roja en sus uñas ni el labial brillante que solía ponerse. Realmente era como ver a una desconocida y no a la persona que estuvo a su lado por un año y medio.

─Oh, no ─Yuna negó rápidamente con la cabeza─. No creo que sea algo de lo que conversar, señor.

─No hay nada de malo con hacerlo. Por supuesto, a menos que Hyunjin tenga algo que contarnos, aprovechando que todos estamos aquí presentes.

Bufó, sin importarle los supuestos modales por los que su madre le golpeaba bajo la mesa con la punta de su tacón.

─¿De esto de trata esta absurda cena? ─rió, negando la cabeza─. No entiendo qué es lo que quieres que te diga, padre. Yo que soy tan sincero contigo y tengo la confianza para contarte sobre todos mis problemas.

Su padre, un hombre alto y delgado, con el mismo maldito lunar que compartía con su hermana, cabello negro y rasgos tan similares a los suyos, le miraba de la misma manera que Hyunjin estaba haciendo. Como si pudiese trasmitir lo que sus bocas no podían decir por respeto básico, al igual que Superman y los rayos que salían de sus ojos, así mismo. Hyunjin siempre lo vio de esa manera, sólo que de una muy oscura y muy alejada a los cómics.

A veces, temía despertar, y al verse al espejo, ser una versión más de su padre.

─Hijo mío, creo que te estás saltando una parte muy importante de toda tu aventura en el internado.

─¡No estoy con nadie! ─alzó la voz, golpeando la mesa con las palmas─. Y aunque lo estuviese, no es algo que te incumbe.

Su madre se aclaró la garganta, llamándoles la atención con ojos oscuros y los labios rojos fruncidos. Corrió la silla hacia atrás, esta soltó un crujido al ser atrastrada por la cerámica, y finalmente, la mujer se levantó y les sonrió con tanta falsedad que lo mareaba.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora