114

4K 670 824
                                    

─Respecto a la conversación de los chicos de esta mañana... ─Changbin bajó unos centímetros el buzo que Felix traía puesto, revelando las letras grabadas en su piel con aguja y tinta negra─. Dudo que puedas donar sangre.

Felix se alejó con las mejillas rojas y una sonrisa tímida. Su cadera ardió por el tacto.

─Aún faltan unas semanas ─asintió, desviando la mirada por el rostro concentrado de Changbin─. ¿Qué pasa?

─¿Por qué "Don't Panic"? Bueno, ni siquiera creí que te harías un tatuaje.

─Oh, eso...

¿Había dolido? Demasiado, luego de eso lloró un poco porque su piel había quedado extremadamente sensible y no sólo dolía en el lugar sino también a su alrededor, ¿pero se arrepentía? Por supuesto que no. Siempre había querido hacerlo, soñaba despierto con el día en que pudiese tatuarse sin sentir algún tipo de remordimiento, y se lo comentó a Changbin en más de una ocasión, a lo que él respondia en cada una de esas: ¿Qué es lo que te detiene?

Y claramente no había nada deteniendolo.

Decidió agendar una hora a escondidas de sus amigos, familia y novio porque, después de todo, ese tatuaje era algo para él, no para el resto. No quería mostrarlo por ahí como una medalla recién adquirida, más bien, sería como una fotografía en un álbum privado.

Sin embargo, cuando llegó el tan ansiado momento, se ahogó con los nervios y tuvo que contarle a Changbin, quién estaba junto a él en ese instante y lo alentó a asistir, repitiendo que si no era ese día, entonces no sería nunca. Y por supuesto que tenía razón. Él acabó por acompañarlo, supuestamente porque debía cuidarlo si es que se le bajaba el azúcar o algo por estilo, aunque Felix sabía que era porque le mencionó que el tatuaje sería en su cadera.

─Entro en pánico por absolutamente todo ─respondió riendo, a lo que Changbin asintió─. Supongo que me ayudará para no hacerlo, de alguna manera...

─Lo hará ─le besó la mejilla y se alejó para seguir en lo que estaban antes de ese tema.

Pasaron la tarde sentados en el sofá, debatiendo sobre hasta lo mínimo que saliese en la televisión y comiendo chatarra, mientras reían sobre lo absurdos que podían ser sus argumentos. Incluso se quedaron dormidos por unas horas, justo después de que Changbin mencionara sobre lo mal que estaba no descansar y Felix, que no tenía más que hacer, acabó por aceptar.

El problema fue que durmieron más de lo esperado, y al despertar, ya había oscurecido y Felix tenía llamadas perdidas y mensajes de su madre preguntando si volvería a cenar.

¿Qué sucedió luego? Changbin no lo dejó marcharse.

Bien, quizás no tan mal como se leía, pero tampoco es como si Felix estuviese apurado en volver a casa porque había dejado todo listo para el regreso a clases y no le haría daño pasar un poco más de tiempo allí. Probablemente hasta se quedaría a dormir, pero le gustaba ignorar la situación, hasta que llegaba el momento de ir a la cama y Changbin le lanzaba uno de sus pijamas en la cara.

Estaban terminando de cenar cuando la angustia volvió a apoderarse de su cuerpo y creyó que ya no podía seguir con las dudas en su cabeza, necesitaba sacarlo.

Así que, cuando ya no habían miradas curiosas ni oídos chismosos, reunió toda su valentía y se acercó a él. Tan tímido como la primera vez.

─Bin ─lo llamó con una sensación extraña en el pecho, a lo que él se giró a observarlo con toda su atención─, ¿por qué me rechazaste?

Changbin olvidó lo que estaba haciendo anteriormente a eso y frunció el ceño levemente.

─Yo nunca te rechacé.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora