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El otoño se encontraba en su cúspide y con él las frías mañanas que comenzaban a presentarse en las desoladas calles de Seúl. Quebradizas hojas caían adornando cada pequeño espacio, desde los techos de las casas, hasta los parques deshabitados y juegos de niños. La joven pareja que de suerte había logrado levantarse con el cuerpo tembloroso a desayunar, ahora estaba frente a la televisión en una cómica competencia, lo que había iniciado como una película tranquila a las once de la mañana, terminó por ser una batalla.

Into the unknown!

Justo en ese momento, Mark y Donghyuck bajaron las escaleras con la ropa y cabellos desordenados. En sus manos traían frituras que seguramente habían comprado el día anterior, cuando volvieron de una fiesta a la que el morenito obligó a su novio a asistir porque sería aburrido si iba solo.

Se sentaron a la par en el sofá y comenzaron a comer.

─¿Qué demonios hacen?

Pero la pareja no les contestó, y en cambio, siguieron cantando como si fuesen los únicos en aquella fría sala.

Aunque, de todas formas, no estaba tan alejado de la realidad. Porque sería una completa mentira negar que Lee Minho y Han Jisung tenían su propio mundo donde no existía nadie más que ellos, manejando las estrellas a su antojo y visitando todos los planetas cercanos.

─Son unos idiotas ─Donghyuck volvió a hablar, llevando una fritura a su boquita. Mark asintió a su lado─. ¿Aún te duele la cabeza?

Bufó, y sin dejar de masticar, dijo: ─¿Tú qué crees, amor? ─el sarcasmo se podía sentir hasta en la esquina, hecho que logró que Donghyuck soltase una pequeña risa.

─Mark, somos una pareja joven, debemos...

─¿Emborracharnos?

A su mente vinieron recuerdos de la catastrófica noche anterior, incluso si el desenlace de las fiestas no era... desagradable, porque le gustaba llegar a casa y meterse a la cama con su bonito novio, a Mark le aburría estar bailando por horas y beber hasta no sentir el cuerpo. Y vamos, no tiene nada de malo hacerlo de vez en cuando, pero si fuese por Donghyuck, se iría todos los días de fiesta y parece que no era muy consciente del daño que le podía hacer. Pero tal y como dijo hace un instante, es "joven" y debe divertirse como tal.

Ni siquiera sabía de dónde sacaba tanta energía. Mark había entrado en una etapa en donde quería dormir por una eternidad, mientras que Donghyuck se volvía imparable con el pasar del tiempo.

Suponía que de eso se trataban las relaciones, de adaptarse a la vida del otro sin llegar a cambiarla porque no encaja con la propia. Él también tuvo que ajustarse a la suya, tuvo que aprender a respetar los gustos y creencias de Mark, y de cierta manera, a admirarlos desde su enamoramiento. Le admiraba porque sabía que jamás podría pasar más de cinco meses con la fe intacta en algo o alguien, y Mark, por su lado, también admiraba como Donghyuck jamás se quedaba estancado y cambiaba constantemente.

Nunca se sentiría con otra persona como lo hace con Donghyuck, y aunque les gustaba "discutir" de broma y habían ocasiones en que ni siquiera deseaban verse por alguna absurda razón, él es lo único que quería al final del día, cuando podía pensar con claridad y volvía a darse cuenta de que el mundo es aburrido sin su torbellino.

─¿Por qué no? Las vacaciones se están acabando, ¿qué haremos cuando sea el momento de volver a esa desgracia?

─Bueno... Ni tan alejado de "desgracia" ─hizo comillas con sus dedos, recordando el accidente de hace siete meses─. Pero honey, tengo veinte años, los chicos de veinte años solo queremos dormir.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora