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Felix se dirige hacia la puerta con el ceño fruncido y la confusión brotando por sus poros. Es bastante tarde para siquiera seguir rondando por su habitación, despierto únicamente porque había comido fuera de horario y la hiperactividad se estaba apoderando de él. Y las probabilidades de personas tocando su puerta a las once de la noche eran muy bajas, así que cuando abrió y otro cuerpo se aferró al suyo como ancla en el mar, no le sorprendió en lo absoluto.

Porque claramente reconoció el cabello rubio y la manera tan familiar de sujetarlo.

Abrazó a Jeno de vuelta, sin entender por completo la razón de su actuar. Rodeó sus hombros y descubrió que estaba temblando, y no necesariamente por el gélido invierno fuera del internado.

─Hey. ¿Qué pasa? ─interrogó, acariciando su espalda con suavidad.

Intentó alejarse del agarre, pero Jeno seguía colgado a él como un koala. Prefirió dar una media vuelta y cerrar la puerta con el pie por si algún chismoso pasaba por fuera de la habitación. Chris había ido a su casa porque extrañaba a su familia, mientras que Changbin le dijo que estaría con Jeongin por esa noche. Felix realmente pensó que dormiría solo, pero viendo a Jeno tan vulnerable y roto, asumió que no sería como creyó en un principio.

─Jeno, dudo que podamos comprendernos si estás así ─él finalmente se separó, solo unos segundos. Miró a Felix con los ojos acuosos y la nariz roja, detalles que lo alarmaron y lo hicieron tocarle el rostro─. ¿Qué pasó, Jeno?

─Antes que nada, yo... ─el aire que entró por sus fosas nasales salió de su nariz como un suspiro entrecortado─. Lo lamento por lo del otro día.

Felix negó de inmediato, la preocupación siendo mayor que cualquier discusión absurda entre ambos.

─Eso no importa, ¿qué pasó?

Y entonces, Jeno comenzó a llorar. Su rostro se empapó con lágrimas que Felix iba limpiando con la manga de su sudadera, se le hincharon los ojos y sintió que podría deshidratarse. Lloró tanto que le ardió la garganta y le pesó la vista, pero aquel no fue un impedimento para susurrar suavemente con la voz quebrada.

─Jaemin...

─¿A Nana le sucedió algo?

─No, no es eso ─volvió a inhalar aire, pero este de suerte se filtraba por sus gastados pulmones, no sabe si aquello es debido a todo el cigarro que había fumado en las últimas horas o porque estaba entrando en pánico. Ambas se atrevería a decir─. Él... Y-yo no sé qué hacer, esto me está sobrepasando, quizás tenías razón porque no tengo ni idea cómo lidiar con una situación así, siento que no puedo, Felix.

Felix lo guió a la cama para que ambos pudiesen acostarse, no sin antes apagar la luz y encender la lamparita junto a su cama. Se acomodó y Jeno volvió a abrazarlo.

La cantidad de veces que habían estado así, uno abrazando al otro con el corazón roto o el alma en pena, eran infinitas. Sin embargo, hace muchísimo tiempo que no veía a Jeno llorar tan desconsoladamente. Como si pudiese llenar un océano completo y seguir llorando después de esto. Le recordaba tanto a ese niño de quince años que quería cerrar los ojos por un momento y olvidar el mundo.

─¿Qué es lo que no puedes, cariño? Si tú bien sabes que puedes con todo.

─No, eso es una mentira ─negó con la cabeza repetidas veces─. No puedo hacerlo, ni siquiera puedo mantener mis emociones controladas sin terminar explotando. Tú mismo lo dijiste, no conozco mis límites.

─Jeno, las cosas que dije ese día no las pensé con claridad, no necesariamente deben ser ciertas.

Quizás Lee Jeno había mejorado más de lo que creía, quizás sí tenía la fuerza y estabilidad mental para ayudar a otra persona sin perderse en el camino. Es probable que le cueste, pero que finalmente lo logre porque si hay algo más fuerte que sus demonios, es el aprecio y amor que tiene por quiénes lo rodean. Y Lee Felix no lo tomó en cuenta, lo vio como un ser débil y le soltó lo primero que se le ocurrió porque su sobreprotección no lo dejaba ver más allá de querer cuidarlo.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora