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Advertencia: TCA.

En el momento que Na Jaemin elevó su mirada hacia el espejo colgado en el baño de su habitación, supo que se había perdido a sí mismo. Quizás no por completo, pero sí una parte muy importante, y al parecer, la que poseía su cordura.

Se limpió los brillantes labios con la manga de su sudadera. Temblando por completo, todo de sí sacudiendose.

Le asustaba ver las ojeras bajo sus ojos, la palidez en su rostro y los labios tomando una tonalidad sospechosa. No obstante, y sabiendo que era tan malditamente enfermo lo que acababa de hacer, se sintió satisfecho después de tanto tiempo en penumbras y disconformidad. Podía ver el hueso de sus pómulos más sobresaliente y la línea de su mandíbula lucía filosa, como nunca antes había hecho. Le agradaba.

Otra canción comenzó en su celular, el volumen se encontraba alto para no distraerse con los ruidos del exterior, y quiénes estaban afuera, no lo escuchasen.

Las manos no dejaban de temblarle cuando levantó la sudadera que le pertenecía a Jeno, pero se apoderó de ella porque era muy bonita y tenía su olor. Dejó a la vista sus costillas, estas no habían comenzado a verse hasta que se atrevió. El sentimiento floreciendo en su pecho era muy extraño, sabía que estaba mal, ¿pero por qué se sentía tan bien? ¿Por qué la paz que tanto buscó por fin había llegado a su cuerpo?

No quería comprenderlo, tampoco quería darle más vueltas al tema o terminaría en locura.

Elevó sus hombros y buscó el cepillo de dientes verde sobre una pequeña encimera en el baño, mientras tarareaba Mrs Potato Head y lo acompañaba con sus caderas moviéndose de una manera extraña y que le daba gracia. Seguro se veía como un tonto. Lavó sus dientes en silencio, mientras repasaba lo sucedido recientemente y no apartaba la mirada de su engañoso reflejo.

─Jaemin, este no eres tú... ─susurró, deteniendo el movimiento de sus manos. Fue cuestión de segundos para que la culpa lo abrazara. Le ardió el pecho cuando recordó la letra de la canción que taladraba en sus oídos.

Que jodida ironía.

"¿Es cierto que el dolor es belleza? ¿Una cara nueva viene con garantía? ¿Una cara bonita lo hará mejor?"

Si podía ser sincero, no tenía muy claro cuándo fue que comenzó a ver su reflejo distorsionado, cuándo su peso comenzó a incomodarle, solo sabía que un día se levantó y los tips que leyó en internet le parecieron la mejor opción. Dietas, ejercicio, ayuno... ¿Por qué nada servía? En un principio creyó que haciendo estas cosas se sentiría un poco mejor, quizás volvía a ser el mismo egocéntrico de siempre, pero no sucedió y ahora no dejaba de sentirse culpable por meterse los dedos en la garganta.

¡Se le había salido de control!

Y demonios, era inevitable odiarse por haber caído en el enfermizo juego de su cerebro. Ese maldito le hizo creer que debía cambiar, le hizo sentir placer cuando estaba expulsando todo de su estómago y ahora le hacía llorar sin control. Su llanto se escuchó más fuerte que la música, lanzó el cepillo de dientes contra la pared y poco le importó que terminara en el suelo, porque más tarde se dejó caer hasta que sus piernas tocaron la fría superficie. Después de que sus huesos a la vista le parecieron lo más lindo que alguna vez pudo ver, ahora le aborrecía al nivel de que necesitaba quebrarlos para no seguir viéndolos.

Pero ya había leído sobre eso, se informó y sabía que la etapa de arrepentimiento y culpabilidad era la complicada, más teniendo en cuenta que Jaemin nunca defraudó a ninguna de las persona que lo rodeaban. Siempre fue el hijo, amigo y pareja perfecta. Y pensar que ya no entraba en esa categoría, le ardía como si hubiese mezclado mil licores.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora