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Minho se acomodó en la cama con las piernas cruzadas y el rostro apoyado en la palma de su mano, tan perdido con lo que veía que fue inevitable mojar sus labios y suspirar sólo como un tonto enamorado haría. Porque, sentado sobre la alfombra con un libro en las manos, estaba Jisung, tan concentrado que la necesidad de molestarlo y admirar su belleza cuando se enojaba era muy grande, pero al mismo tiempo deseaba que siempre se mantuviese así de tranquilo. Han Jisung siempre andaba de allá para acá, siempre a punto de perder el control y verlo tan en paz le resultaba relajante.

Fue tanto su ensimismamiento que ni siquiera se dio cuenta cuando su novio ya lo estaba viendo con el rostro ladeado y un claro gesto de confusión.

─¿Tengo algo en la cara?

Minho rodó los ojos, se le olvida lo agradable que podía llegar a ser la preciosa criatura sentada en su alfombra, leyendo uno de esos libros que nunca le interesaron, pero seguían en su estante de adorno.

Se acercó hasta sentarse a su lado, no aguantó y  acabó besándole la mejilla.

─Hermosura ─rió al ver como Jisung evitaba su mirada, claramente avergonzado─. ¡Que lindo te ves hoy!

─¡Oh, ya basta!

Sin parar de reír, tomó el libro de sus manos y lo dejó de lado para llenarle el rostro de besitos.

Ambos cayeron sobre la alfombra blanca, Minho sobre Jisung, aplastando su cuerpo con el propio, dándole besos en cada lugar que podía y murmurando palabras sin sentido. Bajó por su cuello, pero de inmediato recibió una patada por las cosquillas que le causó y tuvo que quitarse de encima o acabaría con un golpe en algún otro lugar mucho peor.

─¡Eres un salvaje! ─se quejó, acariciando la zona golpeada de su estómago─. ¿Quién diablos te enseñó eso?

─¿Quién crees tú? ─riendo, se levantó del suelo y volvió a tomar el libro para llevarlo al estante de dónde lo había sacado.

Minho quería seguir actuando como un niño, incluso si no había dolido tanto como exageró, pero otra vez, la figura de Jisung lo hizo olvidarse de cualquier insignificante pensamiento en su cabeza. Comenzaba a pensar que tenía algún problema de concentración que se activaba cuando el chico andaba cerca.

Jisung detuvo su andar y sacó uno de esos tantos libros abandonados del estante, sólo que aquél, forrado de cuero artificial y con trazos desordenados sobre éste, no era un libro.

─¿Un diario?

Hace muchísimo tiempo que no lo veía. Exactamente, desde que la competencia con Mark acabó y pudo abrirse más con su familia, desde entonces que no necesitaba escribir en ese viejo diario para desahogarse.

─Oh, sí. Lo usé durante un tiempo ─Jisung se lo prestó y Minho sintió de manera efímera las mil palabras plasmadas allí.

─¿Qué escribías?

─Lo que sentía.

Jisung se sorprendió, parecía bastante interesado con el tema.

─¿En serio?

─Hubo un momento de mi vida en donde realmente me sentía solo, donde ni siquiera sentía la compañía de mis amigos más cercanos o de mi familia, solo andaba dando vueltas por ahí como un fantasma. Fue entonces cuando escribí notas muy vagas sobre lo que sentía en este viejo diario, curiosamente me hacía sentir un poco mejor y con menos carga de la que ya cargaba. Fueron años tan... confusos ─confesó, acariciando la portada gastada del diario─. Estaba luchando con todo este tema de mi sexualidad, la inferioridad, problemas amorosos. Nada iba como debería ir a esa edad y solo este tonto diario sabe cómo la pasé entonces.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora