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Había sido un increíble día.

Realmente había sido de los mejores.

Llegó al internado como si estuviese caminando por una importante pasarela de modelaje, traía el cabello peinado hacia atrás, la ropa brillante y bien planchada, sus zapatos nuevos y la sonrisa tan grande que ocupaba la mitad de su rostro. Hyunjin no acostumbraba a sonreír mientras caminaba, pero aquél día le pareció una fantástica idea y se sintió muy bien consigo mismo. Deseaba hacerlo nuevamente.

Desayunó junto a Mark y Jeno en una cafetería cercana al internado, así que su estomago se encontraba lleno, lo que significa que la felicidad casi se le salía por los poros, incluso durmió mejor de lo que hizo noches anteriores. Logró ignorar a sus padres y hermana olímpicamente en la cena, y luego, también por la mañana.

Todo apuntaba que sería un gran día.

No fue hasta la mitad de la mañana que se dio un tiempo para revisar su celular, ya que quiso separarse un poco de éste y llevar una vida más desconectada de ese mundo que siempre acababa por dañarlo. No fue hasta entonces que la angustia volvió a su pecho y sintió como le fallaba la respiración. Tuvo que sujetar el aparato entre ambas palmas para que no se fuese a resbalar, pues le tomó por sorpresa y ni siquiera le dio el tiempo para reaccionar correctamente.

Hyunjin ni siquiera sabía si en una situación como esa podría reaccionar de otra manera.

Como ya había desayunado junto a los chicos, se dirigieron al patio central del internado, justo después de dejar sus pertenencias en sus respectivas habitaciones. Mark desapareció en cuanto cierto morenito se cruzó por su campo visual y quedaron Hyunjin junto a Jeno, segundos más tarde apareció Jaemin contando una anécdota graciosa que le sucedió en las vacaciones y acabó por quedarse allí con ambos.

Le estaba diciendo algo a Jeno que no logró escuchar y tampoco le importó. Sus manos temblaron cuando tocó el hombro del chico de cabello rosa.

Él pasó la mirada desde la fotografía en su móvil, hasta la cara petrificada de Hyunjin.

─¿Dónde está? ─preguntó alternando la mirada entre Jeno y Jaemin.

Ellos sabían algo, pudo verlo reflejado en los ojos de Jaemin, donde claramente se notaba la duda. No lo culpaba, Hyunjin también dudaría en hablar si estuviese en su posición, principalmente conociendo el estado tan patético en el que decayó cuando perdió el ancla que lo mantenía en tierra.

─En su habitación ─finalmente, Jaemin respondió con una mueca.

En la habitación de ambos.

─Yo... ─tropezó mientras se levantaba, sintiendo las piernas como gelatina y el rostro curiosamente hirviendo─. Y-ya vuelvo...

Decir que había salido corriendo de allí sería una total mentira, poco le faltó para volar por los pasillos de lo rápido que iba, incluso se desconoció porque su condición física nunca había sido la mejor, por supuesto que aquello no fue ningún impedimento para ir como si el mismísimo Lucifer lo estuviese siguiendo y amenazando con robar su alma. Metafóricamente hablando, sabía de antemano que el diablo de la Biblia ni siquiera se asemejaba a lo que es realmente.

Su idea principal era esconderse en el baño como el cobarde que siempre fue, su lado más razonable le pedía por favor que lo hiciera y así evitar cualquier conflicto emocional que tuviese dentro de sí, pero su lado más fantasioso e imprudente quería ir a la habitación y esconderse en esos brazos, una vez más. Quizás la última.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora