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La gente dice que avanzamos muy
rápido, pero he estado esperando.
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ALEXEI SE QUEJÓ AL SENTIR EL PAÑO HÚMEDO EN SU PIEL, QUITANDO LA SUCIEDAD Y SANGRE SECA.
Se había herido bastante en su última batalla contra los mortífagos; por suerte estaba con sus amigos, los Prewett, de otra forma, podría considerarse muerto. Había estado demasiado cerca de la muerte, lo que le preocupó a Marlene cuando llegó a su casa mostrándose tan dañado.
— Más suave, mujer, esto duele.
— ¡No me digas qué hacer, Alexei! ¿Qué demonios pasó?
Alexei rio entre dientes. — Primero que todo, estoy bien, estoy vivo.
— Ay, ¿en serio? Ni cuenta me hubiese dado.
— Estás usando un tono sarcástico que no te queda, amor.
— Y tú estás usando ese tono burlón que no te queda, cielo.
— Touché — se quejó, incorporándose en el asiento —. ¿Y tus padres?
— En una cita, cena, lo que sea — resopló —. No importa, ¿qué demonios pasó?
— Mira, la misión salió horriblemente mal, eso es todo.
— ¿Eso es todo? — Marlene se levantó, dio vueltas sobre sí misma, frustrada y lo miró molesta, con sus ojos claros brillando por la rabia —. ¡Estás desangrándote!
— Un hechizo lo arregla todo, amor, no te preocupes — intentó quitarle importancia, porque odiaba el rostro conflictuado de su prometida —. Marls, estoy bien, ¿sabes? No he muerto y no lo haré hasta que estemos casados.
— No es momento de bromas, Alexei Apolo — amenazó, ceñuda —. ¡Pudiste morir! ¿Cómo están los demás? ¿Los Prewett? ¡Merlín! Si no te doy miedo yo, entonces les enviaré una lechuza a tu madre, Anastasya, Antalya y Gigi, a ver con quién no puedes lidiar.
