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Me preparé para el adiós, porque
eso es todo lo que he conocido.
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SIRIUS BLACK SONRIÓ AMPLIAMENTE AL VER A SU CHICA RECOSTADA EN SU PECHO, DESCANSANDO.
Quizá era el miedo que seguía con ella o el hecho de que descansa mejor con él a su lado, pero le había permitido los días siguientes poder dormir juntos y ayudarse mutuamente para hacer dormir a los mellizos cuando despertaban a medianoche buscando comida o consuelo. Él también comenzó a experimentar cierta desazón, aunque no podía entender qué era lo que le advertía que algo no saldría bien. Su hermano le aseguraba de que todo era sencillo y nada podría salir mal si nadie más sabía de los traslados que se harían a Rusia, Aleksander y Anthony tenían todo cubierto en el hospital para fingir la muerte de su familia, pero algo no cuadraba.
— ¿Sirius? — preguntó Emma, pasando la mano delante de su rostro para llamar la atención en la mesa.
— ¿Sí?
— Te has quedado pegado. ¿Estás bien?
— Sí, sí, todo en orden.
— Regulus dice que no es cierto, que hay algo que no nos quieren decir.
— Regulus exagera todo, ¿dónde está ahora?
Emma apuntó a la sala. — Conversando con Annya y ayudando con los niños.
— ¿Crees que esté todo bien?
— ¿También tú? — suspiró cansada —. Sirius, todo irá bien, irá excelente, porque fuimos cuidadosos con todos los pasos, y si yo, que no tengo magia ni dones, estoy tranquila, tú también debes estarlo. Todo saldrá bien.
— Sí... sí, tienes razón.
— Oye, tienen una familia preciosa, ¿lo sabes? Tienes mucha suerte, Sirius, Regulus lo dice todo el tiempo.
— Claro que lo digo todo el tiempo, tienes una suerte jodidamente buena — se acerca, palmeando el hombro de su hermano, sosteniendo con el otro brazo a su sobrino, quien jugaba y reía —. Annya y Alyssa fueron a mudar a Aquila — avisó —. ¿Está todo bien?
