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Si la honestidad significa decirte la verdad,
bueno, todavía estoy enamorado de ti.
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ANASTASYA AHOGÓ UNA QUEJA CUANDO ALEXEI LLEGÓ A CASA Y LE CONTÓ LO OCURRIDO EN HOGWARTS.
Naturalmente, a los segundos llegaron sus hermanos por la red flú y se encaminaron a Hogwarts, como harían muchos aurores probablemente. La historia se resumía en que, de alguna manera, Sirius logró meterse a Hogwarts – como los rusos sospechaban que haría – e intentó entrar a la sala común de Gryffindor, casi destruyendo el retrato de la dama gorda. Ahora toda la comunidad estudiantil estaba asustadísima y Alexei ofreció a los rusos como apoyo para encontrarlo.
Al llegar al castillo, vieron a los estudiantes reunidos en el Gran Comedor, confusos y asustados, tenían prefectos montando guardia en la entrada y los alumnos estaban pasando la noche ahí. Quizá fue tanta la impresión, que los Premios Anuales no querían dejarlos pasar, aunque temían molestar al punto en que los rusos decidieran atacar.
— Se mueven o los muevo — Andrei indicó con poca paciencia.
— ¡Andrei! — Antalya se quejó, golpeando su brazo, luego miró a los prefectos —. Lo siento muchísimo por mi hermano, pero en serio debemos entrar. Vinimos a ayudar.
— No les des tanta platica — Aleksander frunció el ceño, poniendo una mano en su bolsillo y mirando de arriba abajo a los premios anuales —. Aleksander Markóvic-Romanov, creo que no necesito más explicación ni preguntas — aunque entrecerró los ojos brevemente —. Ah, tú eres el chico Weasley. Percy, ¿no?
— Sí, señor.
— ¿Nos dejas pasar ahora?
Percy se hizo a un lado cuando divisó a Alexei detrás de sus hermanos menores, quizá no lo hubiese hecho si el ruso no hubiese mostrado una sonrisa ladeada – prometiendo problemas – y los ojos completamente rojos, brillante y perturbadores, jugando con los tonos verdosos. Andrei con un simple movimiento de su mano abrió las puertas del Gran Comedor con su don, captando miradas y atención, porque una entrada dramática siempre había sido su especialidad.
