¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
╔═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╗
❝ Sé que el instinto me intentó
avisar, que conocerte no era
lo mejor. ❞
╚═══════ ≪ °❈° ≫ ═══════╝
LA CASTAÑA OBSERVA CON ESCEPTICISMO A LOS DOS CHICOS FRENTE A ELLA, MIENTRAS EL TERCERO ESTABA NEGANDO CON LA CABEZA Y CUBRIÉNDOSE EL ROSTRO DE VERGÜENZA POR LO QUE LE HABÍAN PEDIDO A LA CHICA.
Ella estaba cruzada de brazos, alzando una ceja y posando sus profundos ojos con furia en los dos chicos que intentaban persuadir de su petición. James Potter, el más cercano a la muchacha – por decirlo de alguna manera, pues estaban en el equipo de Quidditch y él era su capitán – hacía unos pucheros que pudieron ser adorables para la joven, si no fuese por la estupidez que le estaba rogando. Sirius, por otra parte, era un caso totalmente diferente; el chico no dejaba de molestarla desde el año anterior – cuando llegó a Hogwarts por un traslado junto a sus hermanos a mitad de año – y tuvo la dicha, o mala suerte, de quedarse en la misma casa que el mayor Black.
No es que tuviese poco afecto por los nombrados, todo lo contrario; creía que eran divertidos – cuando no se excedían en sus bromas – y siempre tenían buen humor o comentarios ingeniosos. Pero nadie podía negar que James Potter era un poco obsesivo con el Quidditch – y con Lily Evans – y que Sirius Black tenía una mala reputación bien ganada. La castaña sabía que, cualquier cosa que encabezaran Potter y Black, significaba problemas y detención.
Y sin ellos ya estaba en algunos días de castigo, no podía imaginar qué ocurriría si aceptara algunas de sus locas ideas.
— Tengo una prregunta serria, ¿qué aspecto de mi actitud les indicó que yo aceptarría semejante estupidez? Digo, parra cambiarrlo ahorra mismo.
— Eso fue rudo. — James murmuró mirando con ofensa a la castaña, quién sonreía abiertamente por su actitud infantil —. No eres agradable, Annya.
