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Caminaría por el fuego por ti,
sólo déjame adorarte, cariño
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SIRIUS LE BRINDÓ UN BESO EN LA FRENTE A LA RUBIA PEQUEÑA QUE DORMÍA PLÁCIDAMENTE EN LA CAMA DE SU MADRE, AJENA A TODO.
Su respiración era tranquila y pausada, con unos mechones en su rostro que el azabache movió para dejar despejado, sus labios entreabiertos y sus pequeñas manitos apoyadas en su mejilla, simulando una almohada que ella ya tenía. Se prometió a sí mismo que no dejaría que nadie le hiciese algo, tampoco que la criaría de la manera en que él creció. No. Sirius quería que Alyssa tuviese una infancia parecida a la de los rusos, con él encargándose de ser un buen padre.
Además, estaba seguro de que su futuro estaba al lado de Anastasya y quería formar una familia con ella.
Bajó las largas escaleras y se pasó las manos por el rostro, cansado. Se sentía como si le hubiesen dado la paliza de su vida, pero, en fin, tenía que seguir adelante y conversar con sus amigos, todos estaban en la misma situación. Se sentó al lado de Anastasya, dejándola al medio de James y él, y recibió una taza de café cargado para reponerse del frío de la noche. Suponía que ninguno había tomado nada de sus tazas, pues seguían en la misma posición que hace diez minutos.
— Qué locura — Comentó James, dejando reposar su cabeza en el respaldo del sofá —. Fue una completa locura. Eran demasiado buenos.
— ¿Les intentaron leer la mente? — preguntó Lila, con voz temblorosa.
— Sí, no fue agradable — Lily resopló y cerró los ojos, escondiendo su rostro entre sus manos.
Alexei asintió. — Creo que es el momento de ser honestos, ya nos dijeron cosas y no podremos avanzar en lo que realmente importa si no dejamos ir las dudas — propuso, viendo las dudas, y levantó la mano —. Yo empiezo: salí con Narcissa durante un buen tiempo y hemos hablado un par de veces.
— Me gustó Alexei un breve tiempo — Lily confesó, captando la mirada sorprendida de una rubia, del nombrado y de su esposo. Se encogió de hombros —. También sentía celos cuando Annya estaba cerca de James.
