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La vida no siempre es lo que crees
que debería ser,
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SIRIUS SE GOLPEÓ LA CABEZA CONTRA LOS BARROTES.
Quería que los dementores lo dejaran en paz y le mostraran imágenes que no ocurrirían. Odiaba los gritos de los otros prisioneros y sus murmullos en sueños, de cómo iban perdiendo la cordura lentamente; él sentía que iba perdiendo la cordura, que se dejaría llevar por lo que se mostraba en el lugar y perdería los estribos y haría una locura. Y lo habría hecho de no ser porque insistía en que Peter Pettigrew estaba suelto y que podría atacar a Harry Potter como atacó a sus hijos y novia.
No podía permitir que eso ocurriera, pero no sabía qué había pasado realmente con su enemigo. Lo que sí sabía era que era inocente.
— Te harás daño — murmuró Joseph, con los ojos cerrados, desde su celda —. Deja de hacer eso.
— Y a ti qué te importa.
— Tomando en cuenta que eres el único que tengo en frente...
— ¡No te pregunté!
— ¡Sirius Black! — gritó burlona su prima, un par de celdas más allá —. ¡Sirius Black!
— ¡Cállate, loca!
— Ugh... ustedes dos me dan migraña — Se quejó Joseph, dejándose caer en el suelo —. Podrían haber tenido la decencia de dejarlos a varias celdas del otro, así no los estaría escuchando.
