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¿Me amarás cuando se detengan
mis latidos?
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ANASTASYA ABRIÓ SUS BRAZOS EMOCIONADA, ESCUCHANDO LOS CHILLIDOS Y GRITOS DE SUS NIÑOS.
Sintió los brazos rodearla rápidamente, llena de palabrería emocionada y sin finalizar, unos contra otros interrumpiéndose y no terminando el relato que querían comunicarle a su madre. Separarse siempre era horrible y deseaban que se pasara el tiempo rápido, aunque inflaban el pecho de orgullo con cada nueva aventura que los acechaba. Escucharon la risa divertida de su tío Alexei detrás de ellos, siempre disfrutando de los reencuentros. Después de años del fatídico día de la muerte de los Potter, Anastasya había podido avanzar poco a poco. Había dejado parcialmente su puesto de magizoologa en los santuarios, aceptando la propuesta de Gigi para ser la modelo principal de sus diseños.
Aleksander siempre supo que su mujer no se quedaría sólo con el respeto y admiración del mundo mágico, sino que iría por más y agrandó su compañía para el mundo muggle, volviéndose reconocida y famosa en un par de años. Estaba más que orgulloso de su mujer y sus hijos también, pero estaba más que encantado con ver a su hermana desfilar en ambas pasarelas, con Antalya al lado en la campaña de Quidditch anual. Andrei y Aleksander terminaron colaborando en varias colecciones, siendo modelos, también Vladimir, pero no era un trabajo de tiempo completo como el de Anastasya.
— ¡Están gigantes! — chilló Anastasya —. Mis niños preciosos, ¿cómo han estado?
— ¡Mamá, estás bellísima! — Alyssa la abrazó nuevamente, dejándose embriagar por el perfume de su madre —. Te extrañamos tanto.
— Sí, mamá, Altair se porta como un imbécil si no estás.
— ¡Aquila! Tú me provocas — se quejó el chico. Hacía de todo por su hermana, ambos siempre en problemas, pero la chica era una descarada que fingía que jamás era parte de eso —. Mamá, estuvimos viendo las fotos de la pasarela, ¡lucías estupenda! Estoy muy orgulloso de mi madre.
