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Algunos días las cosas se llevan
demasiado de mi energía
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SIRIUS LE SONREÍA DE MANERA AMABLE, APRECIANDO SUS GESTOS Y LA MANERA EN CÓMO EL VIENTO MOVÍA SU CABELLO.
Él estaba sentado en el suelo, cerca de las escaleras, apoyado en la pared y con los brazos en sus rodillas, observándola a ella con su brillante sonrisa. Anastasya estaba en los escalones, con las piernas flexionadas en el siguiente escalón, riéndose de sus hermanos que cayeron en una broma durante la mañana; estaba desordenada, como solía estar, sin corbata, con el cabello suelto, con las mangas arremangadas, como había copiado de sus hermanos y los Merodeadores.
— ¿No deberías estar en clases o con tu novio?
Anastasya comenzó a escuchar susurros y un aire frío le recorrió, pero decidió ignorarlo.
— Puede ser, pero te vi decaído, y decidí que me vería bien subiéndote el ánimo — aseguró, apretando su mano, pero sintió frío —. ¿Qué pasa?
— Nada.
— Te conozco, Black, vienes aquí cuando algo malo sucede. Vamos, cuentas conmigo, somos amigos, ¿no? — ladeó su cabeza, enlazando sus manos, pero algo no se sentía como ellos —. Y los amigos están en las buenas y malas, y quiero estar para ti.
— No digas eso.
— ¿Por qué no?
— Porque terminaré rogándote que te quedes — confesó con una sonrisa maliciosa que le revolvió el estomago a la rusa —. Y no sería justo cuando tu novio nos mira ahí.
Anastasya se volteó con lentitud, encontrando a Joseph en lo alto de las escaleras, completamente de negro, moviendo su varita de un lado a otro con una sonrisa maliciosa y burlona; Anastasya quiso aferrarse a la mano de Sirius, pero el azabache desapareció, dejando ver a Nikolay sujetando su mano con fuerza. Quería gritar y alejarse de ellos, pero estaba inmovilizada, completa y absolutamente aterrada, en especial cuando vio cómo Joseph comenzó a bajar de la escalera, silbando una tonta canción de amor en tono burlón, hasta tomar su barbilla y mirarla con los ojos inyectados en sangre y con lágrimas retenidas.
