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¿Y si soy alguien de quién
no quieres hablar?
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EL ÚLTIMO MES DE HARRY CON LOS DURSLEY PUDO HABER SIDO PEOR.
Definitivamente mucho peor de no tener con quien pasarlo. Dudley le tenía miedo y no se quedaba en la misma habitación, sus tíos ya no lo encerraban en la alacena ni lo obligaban a hacer nada ni le gritaban, es más, parecían aterrorizados y furiosos ahora que Anastasya pasaba por su casa más seguido y pidiendo su dinero, dándole más y más regalos a Harry, incluso los mellizos y Alyssa se reían de la cola de Dudley, pero ninguno hacía el amago de querer deshacer el hechizo.
Lo ignoraban completamente, y pudo resultar deprimente si no fuese porque tenía a la rusa y sus descendientes. Tenía una habitación y se quedaba casi todo el tiempo ahí con su lechuza, enviándose cartas con los rusos, a pesar de vivir a unas calles de distancia. Le preguntaba algunas cosas a Alyssa sobre sus estudios de primer año, y se la pasaba leyendo profundamente, igual que sus amigos. Estaba emocionado, incluso marcando el calendario, día a día, esperando a Hogwarts.
— No necesitas a tus tíos, nos tienes a nosotros — Altair golpeó el hombro de su amigo, amistosamente —. Mamá estará encantada de llevarte. Está loca con todo eso de que entraremos a Hogwarts. Ayer lloró toda la tarde.
— ¿Por qué?
— Porque no ha estado tanto tiempo separada de nosotros como ahora — Aquila comentó, lanzando piedritas a la calle —. Hubieses visto cuando Alyssa se fue a Hogwarts. Mamá estuvo llorando una semana entera y comiendo pasteles. Fue la mejor semana de mi vida.
— ¿Ver a mamá llorar te hace feliz? Que diabólica eres, Aquila.
— Sí, Aquila, eso te hace más malvada de lo que ya eres.
