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Si él rompe tu corazón,
como los amantes hacen, deberías
saber que estaré esperando por ti.
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EL MUNDIAL FUE CASI UNA TORTURA PARA SIRIUS.
Dormir junto a Anastasya, estar cerca de sus hijos, recordar tomar la poción, intentar acoplarse a esa nueva vida. Y Anastasya, Anastasya y Anastasya. Creía que la peor parte de todo era no saber cómo reaccionar frente a ella, querer besarla sin sentirse culpable por traicionar la confianza de Anthony, y verla sonreír por algo que dijera. Ella era todo sol y sonrisas, y él un problema lleno de lluvia. No comprendía cómo es que Anastasya quería seguir ayudándole y estar cerca.
Pero tampoco sabía qué es lo que haría si no lo estuviese.
Se volvería loco pronto si no era honesto con ella, pero no quería ver el rostro de pánico y terror que compartiría si llegaba a enterarse de lo que había hecho y todo lo que arriesgó, no quería que lo viera como un inconsciente – tampoco a Anthony – la idea fue perfeccionada por ambos. No podía traicionarlo, así como así..., pero estaba disfrutando tanto de su vida, de su familia. Al fin, después de tantos años.
— ¿Se cuidarán entre ustedes? — preguntó Anastasya, con una sonrisa, viendo a los adolescentes asentir repetidas veces con inocentes sonrisas —. ¿Saben que cuando asienten de esa forma nada de lo que digan es creíble?
— Ustedes en serio creen que somos idiotas — Gigi se rio —. Lo que ustedes hacen, nosotros lo hemos hecho diez veces antes — se detuvo con una mueca —. ¡Mierda! Me escucho como mi madre.
— Te escuchas como todas las madres, la nuestra dijo eso un millón de veces — Aleksander confirmó —. La hubieses visto. Anastasya era difícil.
— ¿Yo? ¡Tú eras el problema, Aleksander! No puedo creer que no lo asumas.
— Vamos, tengo cuatro niños, debo ser un ejemplo.
— Tío Alek, ¿no fuiste tú el que quiso que hiciéramos un socavón? — sonrió Aquila —. Nos dijiste a todos que, si no lo hacíamos, eran dones desperdiciados.