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Y no puedo superarlo,
no puedo superar lo nuestro.
Aun así, lo llamo magia.
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TRES SEMANAS DE CLASES LLEVABAN, EL ÚLTIMO AÑO DE MUCHOS. Y LA INTENSIDAD CON SUS TAREAS Y ENSEÑANZAS NO DISMINUÍAN.
Muchos tenían la teoría de que sus profesores disfrutaban verlos al borde del colapso por sus exámenes, pues se habían puesto más exigentes que los años anteriores, a pesar de que ya tenían definido su futuro. Al menos, la mayoría. James Potter había decidido que dormir en algunas clases, imaginando sus vacaciones con los rusos, no era tan buena idea.
Había pasado mucho en el mes y medio que estuvo con los rusos antes de que sus padres decidieran que era hora de volver a Inglaterra: se había vuelto amigo de Lily – renunciando a sus intenciones de ser su novio –, había ayudado a Anastasya y Gigi lo mejor que pudo – lo que lo tranquilizaba mucho, pues las primeras semanas habían sido duras –, y al llegar a Hogwarts había sido seleccionado, junto a Lily, como Premio Anual.
Todo estaba saliendo muy bien.
¡Ah! Exceptuando que Markóvic-Romanov y Rosier se negaron a volver, incluso cuando les rogó de rodillas.
— ¡Hey, Premio Anual! — Sirius se burló, moviendo el codo de James para que el chico se diera de bruces contra la mesa. Ambos tuvieron que aguantar las risas y quejas para que no los sacaran de clases —. ¿No dormiste, Cornamenta?
— Eres un miserable asno.
— Perro. — Corrigió con gran humor —. Soy un miserable perro.
— Lo que sea.
Sirius rio. — ¿Qué? ¿Te peleaste con Evans?
— Nah. — Negó —. Lily y yo somos buenos amigos ahora.
— Amiga que quieres besar.
— Nadie te dice nada por andar de baboso detrás de Annya. — Refutó, estirándose sutilmente para que no los castigaran —. ¿Has hablado con ella?
