Tiene su propia plaza de estacionamiento pues está en calidad de huésped residente, y me gusta que rodee el auto para venir a abrir mi puerta. Me extiende su mano para ayudarme a bajar, y no deja ir la mía cuando caminamos hacia al elevador.
Oprime un botón del piso 18, y aunque es la primera vez que estoy en este hotel, sé que es la primera planta que contiene los pent house. Enarco una ceja hacia él, pero finge que no me ve.
Abre la puerta de la habitación y me deja pasar primero, y aunque posiblemente estoy quedando como una pueblerina, no me importa mirar todo boquiabierta porque solo...woow.
El suelo de brillante mármol color champagne está cubierto por una alfombra en ricos tonos de dorado y rojo, sobre la que se encuentra un juego de sillones beige con apliques dorados junto a sus respectivas mesitas de café de color moka, sobre las que descansan arreglos de rosas amarillas. Al fondo, imponentes cortinas del más suave dorado caen sobre la vidriera que da acceso al balcón, desde el que se divisan las luces de la Quinta Avenida y al fondo la hilera de árboles de Central Park.
Sé que solo es la sala de estar de la suite, y la habitación como tal, cuya puerta veo a la derecha, debe ser aún más impresionante. Es la riqueza en su máxima expresión y aunque debería intimidarme, como que va con él.
No me interrumpe mientras realizo mi inspección, y en cambio se dirige al teléfono y llama al servicio de habitaciones.
- ¿Tienes algún favorito? – Me pregunta
- ¿Uh?
- Para el champagne – Aclara - ¿Moet?, ¿Bollinger?, ¿Cristal? – Me río y voy saltando hacia él para oprimir el botón para cortar la comunicación
- Tienes que dejar de tomarte en serio todo lo que te digo – Me burlo. Aún con el teléfono en el oído, se inclina hacia mí y aunque no soy particularmente pequeña y me encantan los hombres altos, de repente su tamaño me intimida
- Deja el teléfono, mujer. Voy a comprarte champagne si se me viene en gana – Me amenaza. Sonrío coquetamente, pero no muevo mi dedo de la tecla que mantiene cortada la comunicación
- ¿Qué pasa si soy más una chica de Corona con limón? – Tanteo
- No esta noche – Devuelve, rodeando mi cintura con su mano libre.
Da un pasito hacia adelante, y lo igualo dando un paso hacia atrás.
Su brazo me acerca más a él, y me muerdo el labio porque tenerlo todo coqueto y solo para mí casi parece parte de una broma. Por supuesto, no es gracioso cuando se inclina y sella sus labios sobre los míos. Nop, eso no es gracioso. Solo es abiertamente sexy.
Rodeo su cuello con mis brazos y me deshago contra él.
Entonces, encarcela mis dos muñecas por detrás de su cuello y vuelve a ponerse el teléfono en la oreja.
- Si, hola. Me gustaría pedir una botella de Bollinger y una caja de trufas, por favor – Le responden algo mientras lucho por liberar mis manos, pero es fuerte y está motivado, así que solo termino frotándome contra él de la forma más sexy del mundo y ambos estamos mitad excitados y mitad risueños cuando corta la llamada
- Obstinado – Le murmuro, aunque mis brazos siguen a su alrededor y mis pechos aplastados contra el suyo
- Déjate consentir un poco – Me devuelve
- Me siento rara sabiendo que estás gastando tanto dinero en mí – Le explico sinceramente. Deposita un suave beso en mis labios y finalmente libera mis muñecas.
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Dos cartas de amor
ChickLitAlex siempre había soñado con una carta de amor, pero en realidad no la estaba esperando. Ciertamente, no la estaba esperando de él. La abrumadora química sexual con un Gabriel Atlas roto y despechado era algo para lo que no estaba preparada. No es...