Un silencio ensordecedor le sigue a su pedido.
Meredith está mirando a sus pies, como si hacer contacto visual con cualquiera de nosotros fuese demasiado. Los ojos de Gabriel siguen en mí y son tan suplicantes que sé que hay mucho más que quiere decirme, pero no va a hacerlo con Meredith sentada en su sillón.
Y entonces, llaman a la puerta. La cabeza de Meredith sale disparada como un resorte.
- ¿Tu hermano? – Adivina. Gabriel niega con la cabeza
- Va a pasar la noche en la casa de su novia, amiga con derechos o lo que sea. Creo que es la cena
Y luego vuelve otro silencio tenso mientras él va en busca de su billetera, abre la puerta y efectivamente paga por la cena que comeríamos como la pareja que ahora parecemos lejos de ser.
Meredith ni siquiera me mira, pero su presencia parece inundarlo todo. Finalmente, Gabriel cierra la puerta tras agradecer y deja la comida en la mesa de café. Por supuesto, nadie la toca.
- Potatoe's – Dice Meredith, leyendo la bolsa de papel que contiene nuestra cena – Ese es nuevo
- Algo así – Responde él con un distraído encogimiento de hombros. Vaya. Así que es un lugar al que nunca fue con ella
Me pateo mentalmente.
No puedo distraerme con esos pequeños trozos de información, así que dejo escapar un suspiro y me siento en el sillón frente a Meredith. Me estiro por la bolsa y extraigo los contenedores. Examino su contenido y cuando me decido por uno, empiezo a comer.
Ellos están mirándome como si estuviera diseccionando una rana en medio de su sala, así que me meto una papa frita a la boca y me encojo de hombros.
- Si me van a hacer escucharlos, al menos puedo comer. Hablen – Indico, porque si su mecanismo de defensa es volverse hostiles, el mío es parecer relajada.
Ya ni siquiera tengo hambre, pero ambos parecen tan pasmados cuando me ven comer que me permito anotarme el punto.
Es una pena que la comida esté tan deliciosa, porque por una fracción de segundo soy transportada a mi primera cita con Gabriel, cuando cualquier cosa había parecido posible mientras los dos nos escondíamos de la realidad.
Gabriel murmura algo que suena como una obscenidad que nunca le he escuchado pronunciar mientras va hasta el mueble de madera caoba de la sala y extrae una botella de whiskey. Llena dos dedos en un vaso y bebe un sorbo ansioso. Sirve un segundo vaso y se lo entrega a Meredith sin preguntar.
- No sé cuánto le has dicho, así que... - Indica ella, encogiéndose de hombros. Se recuesta en el respaldo del sofá y se encoge de hombros, dejándole toda la responsabilidad a él. Gabriel se mantiene de pie, paseándose un poco por el pasillo mientras empieza a hablar
- Esa noche cuando me preguntaste como conocí a Meredith, te conté una versión comprimida de la historia – Empieza él
- Oh, ¿hablaban de mí? Que tiernos – Masculla ella
- ¿En serio? – Devuelve él, rodando los ojos exageradamente
- Bien, lo siento – Responde ella, elevando las manos al aire – De todos modos, estás divagando. Déjame a mí
- ¿Van a decir alguna maldita cosa de una vez o qué? – Les reclamo, porque me están haciendo perder la paciencia y ver sus discusiones de pareja es lo último que me provoca
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Dos cartas de amor
ChickLitAlex siempre había soñado con una carta de amor, pero en realidad no la estaba esperando. Ciertamente, no la estaba esperando de él. La abrumadora química sexual con un Gabriel Atlas roto y despechado era algo para lo que no estaba preparada. No es...