Capítulo 36

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- Deja de ser tan jodidamente terca – Me gruñe Nate desde el otro lado de su cama. Giro sobre mi estómago y clavo mi mirada en el televisor, aunque ya están pasando los créditos de Moana y no tiene mucho sentido fingir que estoy leyéndolos

- No estoy siendo terca. Estoy siendo razonable

- No, estás siendo una idiota – Corrige él

Estamos casi en verano, así que su ventana está abierta y la brisa del final de la tarde hace ondear su cortina. Cacahuate está dormida en su sofá y hay un par de latas de cerveza vacías desperdigadas por el piso. Ahora, Nate Atlas me está mirando como si fuera una criatura despreciable.

- Alex, ¿qué pasó en tu cumpleaños para que estés así otra vez? – Me pregunta, de repente ya no luciendo enfurruñado sino un poco preocupado

- No pasó nada – Murmuro

- Alex – Me exige

- No pasó nada – Repito – Tu hermano es un hombre de ensueño y más o menos me dijo que lo retomáramos donde lo dejamos

- Y tú no quieres eso – Adivina él

- No – Aseguro – Creo que no – Termino por decir

- ¿No has hablado para nada con él en este tiempo?

- No. Solo habla con Sasha. Es desesperante, Nate. Envía a Melanie todo el tiempo, y en los temas del pleito con Vanderbilt, se comunica con Sasha. Lleva todo un mes evitándome, así que no voy a aparecerme en su maldita fiesta

- Está bien, cariño – Asiente Nate, dejando de insistir

- ¿No te importa que me lo pierda? – Susurro, acurrucándome contra él

- Pensé que este año por fin ibas a estar de vuelta. Es una gran cosa para Meredith, y ya me la perdí el año pasado, así que no puedo faltar otra vez

- Y no quiero que lo hagas, por favor. No quiero que tengas que elegir entre Gabriel y yo. Él es tu hermano

- Y también lo eres tú – Me responde, acariciando suavemente mi cabello – No quiero que te quedes sola en la ciudad mientras todos nos vamos a Los Hamptons a la fiesta del día del trabajo

- Te amo por pensar en eso, pero no es justo para Gabriel que me pongas primero. Voy a estar bien

- Lamento mucho que las cosas no estén bien entre ustedes – Murmura Nate

- No están mal – Respondo, encogiéndome de hombros – Solo no lo suficientemente bien como para reunirnos en el último lugar en el que hicimos el amor

- Uhmm...Como que vendió esa casa. La fiesta será en casa de mis padres – Me informa Nate entre dientes

- ¿Qué?, ¡era una casa increíble! – Exclamo, levantándome de un salto.

Después de todo, no entiendo por qué mi corazón se rompe un poco por una casa en la que solo estuve dos días.

No sé si lo que tira tan fuerte son los recuerdos felices que se quedaron en la casa de Los Hamptons de Gabriel, o el hecho de que su mirada parecía brillar cada segundo que estuvo en ese lugar.

- Lo sé, a mí también me encantaba – Indica Nate con un encogimiento de hombros

- ¿Por qué la vendió?

Dos cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora