Capítulo 57

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Llevo tanto tiempo tomando aire antes de tocar su puerta que finalmente abre y me lanza una mirada hastiada.

- ¿Vas a tocar el maldito timbre antes de que se haga tarde o qué? – Me gruñe

Supongo que los ladridos de Cacahuate me delataron, pero no me importa.

Dios, no me importa, porque luego de 3 meses la estoy viendo y es tan hermosa que quiero inclinarme ante ella y llorar.

Va envuelta en un vestido vino tinto de seda, con un escote tan dramático que veo el contorno de sus pechos y no puedo más que tragar saliva, sin importarme si parezco un adolescente bobo. Me permito bajar la vista por su cuerpo, porque la tela lame la piel de sus caderas de una manera criminal.

Levanto la vista de un tirón hacia su rostro, cuando soy consciente de que la Alex que dejé hace 3 meses no solo se habría escondido ante la mirada que le estoy dando, sino que ni siquiera se habría puesto nada como este vestido.

- ¿Qué hora es? – Me pregunta, con una voz extrañamente ronca

- Yo....ah... - Francamente, estoy demasiado embobado mirándola como para responder. Rueda los ojos y se ríe

Me agarra por la muñeca para mirar mi reloj. Son las 6:50. En lugar de dejar ir mi muñeca, sus dedos se cuelan bajo el puño de mi camisa. Ella me sonríe.

- Tenemos tiempo

Y luego rompe el medio metro que nos separa. El mismo que solía ser un abismo y, sin más, me besa.

Ojalá pudiera decir que le correspondo con toda la fuerza de las ganas que bullen en mi interior, pero la verdad es que me quedo completamente quieto, inseguro de qué hacer. Es un momento digno de fuegos pirotécnicos y ángeles tocando harpas, y la realidad es que no quiero arruinarlo.

Se separa lo suficiente para poderme ver a los ojos.

- Atlas – Me regaña, negando suavemente con la cabeza

- Uh – Logro murmurar, completamente atontado

- Voy a pedirte que seas mi novio. Pero no lo haré si no me besas, demonios. No haré ni una maldita cosa esta noche si....

De acuerdo. Fue suficiente. La beso entonces.

Escucho su risita contra mi boca cuando me inclino hacia ella y dejo que nuestros labios se junten como se merecen hace tanto tiempo. El beso es una supernova, el big bang, todo. Su lengua se arrastra contra la mía y vuelvo a estar vivo. Respiro contra su boca y la siento renacer bajo mis labios.

Todavía tengo un poco de miedo a tocarla, pero ella misma se encarga de capturar mis manos y ponerlas en su cintura mientras me rodea el cuello con los brazos y se recarga en la puerta aún abierta de su casa, dejándome encarcelarla entre mi cuerpo y la puerta. Dejándome sentirla. Y me la bebo como si llevara una eternidad en el desierto.

La tela de su vestido es tan delgada que siento el calor de su piel contra mis palmas. Me atrevo a subir una mano a lo largo de su espalda, descubierta gracias al corte del vestido. Se arquea hacia mí, tan receptiva como la recuerdo, y ronronea contra mi boca cuando mi mano se detiene detrás de su cuello, también desnudo gracias a su cabello recogido. Inclino un poco su cabeza para tenerla exactamente como la quiero, y me dejo perderme en ese beso que he deseado más de lo que he querido respirar.

- Te amo – Me susurra, cuando se aparta para tomar aire

- ¿Qué estamos haciendo, Alex? – Le pregunto, apoyando mi frente en la suya

- Estamos volviendo a empezar – Me asegura

- Tú...uh... - No sé ni siquiera como preguntar lo que quiero, especialmente porque su cercanía es intoxicante

- ¿Estoy bien? No. Pero he mirado a mis demonios a la cara y creo que he ganado. Estoy muy asustada por lo mucho que te quiero, pero no lo suficiente como para dejarte ir. Tres meses de probada de lo que sería mi vida sin ti fueron suficientes, y no los quiero

- Pero...ese último día...en el elevador... - Ni siquiera lo termino de decir, porque solo el recuerdo es horrible. Por un momento, veo titubear a la mujer confiada que me abrió la puerta y de repente parece tan vulnerable que me odio por sacar el tema

- ¿Esa cosa fea? – Se burla, con una risa sin humor – Ataques de pánico. Trata de no asustarme, acorralarme o aparecerte de repente y estaremos bien. Mi psicólogo dice que desaparecerán eventualmente. Mierda, no estás adquiriendo el mejor trato del mundo conmigo, pero si me quieres, y de verdad espero que lo hagas, me tienes

- ¿Estás jugando? Es el único trato que quiero – Le digo, con una risita histérica, porque creo que voy a tener un infarto. Ella me responde con una sonrisa radiante

- ¿Traes contigo uno de esos contratos?, porque, si es así, tenemos un trato

- Oh – Es todo lo que logro decir, porque francamente creo que podría estar en shock

- ¿Oh? – Repite, con una sonrisa, porque solíamos decirnos eso en situaciones más calientes. Me sonrojo

- Lo siento, creo que necesito respirar en una bolsa o algo

- Oye, parecías más sofisticado antes, escribiendo cartas en contratos y todo eso – Se burla de mí. Ruedo los ojos

- Cállate, idiota. Tú obviamente sabías lo que ibas a decirme, pero yo no estaba listo para esto

- ¿Te vas a desmayar? – Se burla de nuevo. Hago una mueca - ¿Necesitas respiración boca a boca?

- Puede... - Le digo coquetamente, inclinándome hacia ella para besarla de nuevo. Me detiene poniendo una mano en mi pecho

- Espera... - Me pide. Pone un dedo bajo mi barbilla para obligarme a mirarla a los ojos – Tengo que hacerte una declaración de amor. La estuve preparando y todo

- Después – Indico.

Ella se ríe, porque me dijo eso hace muchos años, antes de que hiciéramos el amor por primera vez.

Pero este después no es abstracto, no es incierto como ese. No se va a quedar en una hielera olvidado como esa botella de champaña. Este "Después" es una promesa, y voy a tomarla.

Porque vi mi vida sin ella y sé que puedo vivir. Podemos estar separados. Podemos estar bien. No nos necesitamos, pero nos queremos.

Y eso es todo lo que necesito como promesa por ahora. 

Dos cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora